Un lugar en tu mesa

     Los fariseos criticaban constantemente a Jesús por actos que ellos consideraban fuera de la norma. Siendo para muchos una figura de autoridad, era inconcecible que el maestro eligiera comer con personas que no gozaban de buena reputación entre los demás. En aquel tiempo, al igual que la actualidad, compartir la mesa con alguien era una forma de decir " ¡Me caes bien!" , "¡Quiero pasar tiempo contigo!".

 El problema es que para los ojos de muchos, Jesús se rodeaba de personas muy cuestionables. En este pasaje, el Señor es el invitado principal de una fiesta a la que han asistido recaudadores de impuestos y personas con muy mala reputación. ¡Este acontecimiento no iba a pasar desapercibido de ninguna manera! El autor Tim Chester lo expresa de esta manera: " Jesús es amigo de la chusma, los traidores, los irrespetables... personas cuyas vidas son un desastre." 

  Al aceptar intencionalmente las invitaciones de los rechazados de su tiempo, Jesús estaba dejando muy en claro cómo es el reino de Dios. En él, los pecadores y los marginados, los pobres y excluidos, el prójimo y el enemigo, son bienvenidos a ocupar un lugar en la misma mesa sin ningún tipo de acepción, por lo que su presencia se convierte en lugar de gracia, amor y aceptación para todos.

 Sin embargo, para los fariseos, las acciones de Jesús estaban completamente equivocadas. Ellos creían que para permanecer en santidad, era necesario evitar cualquier contacto con aquellos a quienes se les conocía por su mala reputación. Relacionarse con los "pecadores" era como acercarse a un leproso que podría contagiarlos en cualquier momento.

 Jesús, sin embargo, cambió las reglas al mostrar que la santidad funciona al revés. En lugar de contaminarse con la impureza de los rechazados, la bondad del Señor los limpiaba a medida que convivía con ellos. ¡Esta es una revelación muy importante que cambiaría para siempre el concepto de "santidad"! La idea de apartar a los marginados, a los perdedores, a los pecadores y a todas las personas considerabas "impuras", había quedado atrás. Ahora, todos se habían vuelto los invitados principales en la mesa del Señor.

 Ante las reacciones negativas de los fariseos, Jesús respondía contundentemente: " No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos." En otras palabras, él no se presentaba como juez a la mesa de los desesperados, los heridos y los avergonzados, sino como el médico que llevaba la cura para todos ellos.

  El mismo principio sigue siendo aplicable a nuestra vid. El Señor no se aleja porque hemos pecado o porque nos sentimos avergonzados por nuestros errores del pasado, todo lo contrario, él prepara un lugar en su mesa para tí y para mi. Hoy, la invitación a comer con él y a estar en su presencia sigue vigente, sin importar lo que hayamos hecho o lo que otros pueden decir de nosotros.

 Reflexiona en lo contrastante que eran estas dos maneras de entender la santidad. Para los fariseos, su religión los impulsaba a depender completamente lo que ellos podían hacer, en lugar de lo que Dios podía hacer a través de ellos. Por tanto, la santidad que practicaban era frágil y estática: no se relacionaban con los demás para contaminarse. En cambio, Jesús les enseñó con su ejemplo, cómo es que la santidad, cuando se comparte con otros, se convierte en un proceso de transformación en el que todos los invitados a la mesa somos restaurados, limpiados, amados y completos a través del amor de Dios.

 Piensa nuevamente en la fiesta de Mateo: sus invitados eran personas cuestionables en su manera de vivir que incluso la reputación de Jesús fue mal vista. Sus críticos se expresaron de él diciendo: Este es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores."

  ¿Entiendes mejor el impacto de compartir nuestra comida y nuestra vida con otros? Si Jesús convivió con los rechazados, incluso sabiendo que sería criticado por los fariseos y por la sociedad de su tiempo, no tenemos otra opción que hacer lo mismo si queremos ser cómo él. Recuerda que eres reflejo de su amor. 

 Piensa en la gente que te rodea, ¿alguna vez has hecho espacio para personas socialmente relegadas, o menospreciadas por otros? Hoy, extiende la invitación a tu mesa a los demás para que puedan experimentar amor y aceptacion, y sé un reflejo de lo que Dios puede hacer a través de ti. 

" Al oír esto, Jesús les dijo: No son los sanos los que necesitan un médico, sino los enfermos. " (Mateo 9:12).

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