María, un ejemplo de obediencia

     María es el ejemplo perfecto de que la obediencia, a menudo, trae gozo pero también dolor. En el versículo 38 del pasaje de hoy, vemos que María se rinde totalmente a Dios y le dice al ángel: "Aquí tienes a la sierva del Señor... que él haga conmigo como me has dicho." Esta decisión de María la llevaría a enfrentar la verguenza social de tener un hijo fuera del matrimonio y más adelante presenciaría a su hijo en su propia ejecución.

  Seguramente te debes estar preguntando lo mismo que yo: ¿qué fue lo que motivó a María para estar siempre presente con todo su ser y en completa devoción? A pesar de que ella se sentía sorprendida, reflexionaba en las palabras del ángel: " La salvación vendrá a través del hijo que llevas en tu vientre." Con el paso del tiempo, María se aferró a esa verdad y confiaba en que Dios estaba con ella y desarrolló la capacidad de discernir su amor redentor que abre camino en medio de un mundo roto para rescatar todo lo que creíamos perdido.

  La confianza inamovible que María tenía en Dios fue lo que le permitió recibir a Jesús en su vientre, abrirse a la pérdida, al sufrimiento, e inclusive, caminar con él durante su ministerio hasta su muerte. Aunque María no sabía exactamente lo que pasaría después después de la muerte de su hijo, ella aprendió y confió que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad y que su fuerza se hace evidente en la vulnerabilidad.

 Entonces debemos confiar en Dios pase lo que pase sin importar lo que suceda y veremos Su mano en nuestras vidas. 

"María dijo entonces: Yo soy la sierva del Señor. ¡Cúmplase en mí lo que has dicho! Y el ángel se fue de su presencia. " (Lucas 1:38).

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