Una pregunta honesta

  El autoengaño es una realidad más común y profunda de lo que solemos admitir. Si somos sinceros con nosotros mismos, todos hemos caído en sus redes en algún momento. Por ejemplo, hay quienes persisten en relaciones dañinas, ignorando o justificando las señales de advertencia, mientras que otros gastan más de lo que pueden permitirse, creyendo erróneamente, que sus acciones no traerán consecuencias. También están aquellos que se aferran a hábitos perjudiciales, prefiriendo mantener una fachada de bienestar, aunque internamente se sientan agotados y desgastados. En definitiva, recurrimos a cualquier estrategia antes que enfrentarnos a verdades incómodas, evadiendo así la oportunidad de un crecimiento y cambio genuinos.

 La realidad es que todos necesitamos la advertencia de Pablo del pasaje de hoy: " Si alguno piensa que es algo  cuando en realidad no lo es, se engaña a sí mismo." En lo profundo, nos asusta vernos tal como somos, y aún más no saber cómo enfrentar nuestras propias verdades. Entonces, preferimos fingir, adoptar máscaras o ignorar aquello que incómoda.

 Es necesario hacernos preguntas honestas para examinar nuestro corazón delante de Dios y así mejorar en nuestra comunión con Él.

 " Porque el que se cree ser algo, y no es algo, así mismo se engaña.  Así que, cada uno ponga a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de jactarse, pero sólo respecto de sí mismo y no por otro; porque cada uno llevará su propia carga." (Galatás 6:3-5).

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