El verdadero ayuno
Cuando abrimos la Escritura y exploramos sus páginas, nos encontramos con palabras de consuelo y esperanza, y también con una variedad de expresiones y descripciones de la condición humana. Sin embargo, es interesante notar que no encontramos a Jesús instruyéndonos específicamente sobre el ayuno. Pero, en el pasaje de hoy, el dice enfáticamente "cuando ayunes", lo que sugiere, es que su expectativa era que sus seguidores practicaran esta disciplina.
La motivación del ayuno no es manipular a Dios ni apresurar sus respuestas a nuestras peticiones. No podemos forzarlo a actuar según nuestros deseos mediante el ayuno. Sin embargo, esta práctica nos ayuda a centrar nuestra atención en él, en lo eterno y a disminuir nuestro apego a aquello que es pasajero. El ayuno nos permite escuchar su voz con mayor claridad, alabar con un corazón humillado y alabarlo con pureza.
Es interesante notar que cuando Jesús habla del ayuno en el Nuevo Testamento, no se enfoca en establecer límites de tiempo o una lista de alimentos que debemos evitar. Su énfasis está en nuestras motivaciones e intenciones. Cuando ayunamos, no es porque Dios no quiere que comamos, y ciertamente no es porque él desee nuestro movimiento. El ayuno nos ayuda a desarrollar un apetito singular por el reino de Dios y también a realinear nuestra vida en torno a lo que él desea para nosotros.
" Cuando ustedes ayunen, no se muestren afligidos, como los hipócritas, porque ellos demudan su rostro para mostrar a la gente que están ayunando; de cierto les digo que ya han ganado su recompensa." (Mateo 6:16).
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