Cómo abordar los traumas
Muchos de nosotros somos afectados por algún tipo de trauma, ya sea consciente o inconscientemente, en diferente niveles y grados. La Dra. Diane Langberg, una psicóloga cristiana con más de 35 años de experiencia en el tratamiento de sobrevivientes de traumas, afirma que el "trauma es quizás el mayor campo misionero del siglo XXI". Con tantas personas sufriendo de diversas formas, ¿ cómo podemos conducir nuestras conversaciones de manera que lleven sanidad a quienes sufren por algún trauma?
Para superar los traumas, el versículo 8 nos ofrece una secuencia clave: "Por lo demás, tengan todos un mismo pensamiento, sean compasivos, ámense fraternalmente, sean misericordiosos y humildes."
Tengan todos un mismo pensamiento: esto solo es posible cuando nos escuchamos mutuamente, haciendo preguntas amorosas y tratando de escuchar con el corazón abierto; no como reporteros, sino como estudiantes y aprendices. No buscamos revelaciones apresuradas, sino que confiamos en que el Espíritu Santo creará un ambiente seguro entre los hermanos.
Sean compasivos: la raíz original de esta palabra en griego significa "vivir con valentía", e implica saber cómo te gustaría ser tratado si la situación fuera al revés. El camino para lograr esto es la empatía.
Es importante tener en cuenta lo que no debemos hacer en conversaciones delicadas, por ejemplo, nos equivocamos cuando asumimos cuál es el pensamiento o sentimiento de una persona en una situación determinada. Lo contrario de tratar de comprender el dolor de alguien es suponer cómo se siente esa persona y hablar más en lugar de intentar comprender.
Es fácil errar en el camino. Fallamos cuando asumimos, en lugar de escuchar. Fallamos cuando juzgamos, en lugar de ofrecer un corazón abierto. Y definitivamente fallamos cuando, impulsados por el orgullo, creemos que nuestro método de sanidad es el único válido.
También nos equivocamos al juzgar. Muchos traumas surgen de juicios y críticas severas. Muchas personas escuchan superficialmente que deben perdonar de una vez, seguir adelante y olvidar lo que pasó. No siempre pueden resolverse de esta manera. Debido a nuestro orgullo, creemos que nuestra forma de tratamiento o sanidad es la correcta, y no nos damos cuenta de que cada persona traza una historia diferente y que Dios trata a cada uno con indivdualidad.
Debemos comprender que Dios nos creó a cada uno de manera única, lo que significa que incluso nuestras trayectorias de tratamiento, sanidad y transformación son diferentes para cada uno. Oremos para poder relacionarnos de manera humilde y compasiva con aquellos que acuden a nosotros en busca de consejo, apoyo, oración o sanidad, tal como Pedro estableció en el pasaje de hoy.
Hoy acepta la sanidad que Dios quiere traer a tu vida, él lo hará tal como tú lo necesitas, a su forma y en su tiempo.
"En fin, únanse todos en un mismo sentir; sean compasivos, misericordiosos y amigables; ámense fraternalmente y no devuelven mal por mal, ni maldición por maldición. Al contrario, bendigan, pues ustedes fueron llamados para recibir bendición." (1 Pedro 3:8-9).
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