Tu provisión en el desierto
Dios había rescatado al pueblo de Israel de Egipto. Todavía no estaban en la tierra prometida. Ellos se encontraban en un lugar intermedio, en el desierto, un lugar de obstáculos y batallas, un lugar donde, definitivamente, necesitarían la provisión de Dios. Es sorprendente que, actualmente muchos de nosotros también podemos encontrarnos en un lugar parecido a este, pero en diferentes etapas de nuestra vida.
Algunos necesitamos provisión en una situación de trabajo, otros enfrentan problemas relacionales complejos, desafíos financieros y dificultades personales. Es díficil recordar que Dios ha abierto un camino en nuestro desierto y que, si confiamos, él nos proveerá. Cuando nos encontramos en medio d eun problema, tenemos dos opciones: quejarnos y acusar, o recordar la fidelidad de Dios en el pasado y confiar.
Los israelitas eligieron quejarse, sin darse cuenta de que la queja los mantendría cautivos. Sin embargo, lo notable es que Dios responde a sus quejas con generosidad y auxilio. Los israelitas no están en un buen momento, echan de menos la familiaridad de Egipto, a pesar de que estuvieron cautivos. Sin embargo, Dios responde con gracia. Los encuentra donde están y no donde deberían estar. Su provisión no dependía de su desempeño.
¿Cómo les proveía Dios? Con recursos diarios. Él les proveía el maná diariamente. No un lote mensual o una acumulación anual de comida, sino lo suficiente para el día que tenían por delante. Al proveerles diariamente, Dios les enseñaba a confiar en él. Cuanto más pusiera Dios en sus manos, mayor sería el riesgo de que confiaran en la provisión y no en el proveedor. Cuanto más pan tuvieran, mayor sería el riesgo de que dependieran del pan y no del proveedor. Dios quería atraerlos a una relación más estrecha e íntima con él.
¿Por qué? Porque Dios no sólo nos provee, sino que se entrega a nosotros. Él quiere intimidad y relación. Quiere conocerte y que tú lo conozcas. Él te refina para tener una relación más profunda contigo. Moisés les dice a los israelitas que se acerquen y, cuando ellos se acercan, el Señor revela su gloria.
Él quiere hacer lo mismo contigo hoy. Quiere proveer para ti, pero anhela que lo conozcas como tu proveedor, busca atraerte, invitarte a profundizar tu relación con él, para manifestar su gloria en tu vida y en tu comunidad.
" He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Así que habla con ellos y diles que al caer la tarde comerán carne, y que por la mañana se saciarán de pan. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios." (Éxodo 16:12).
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