Juan, el discípulo amado

    Todos los días nos levantamos con la esperanza y el deseo de ser amados, queridos y, en algún momento, apreciados o celebrados. Más aún, anhelamos encontrar a las pocas personas escogidas que decidirán amarnos incondicionalmente y caminar con nosotros de todo corazón; personas que se queden con nosotros en el valle oscuro y suban con nosotros a la cima de la montaña. La pregunta es: ¿por qué tenemos este anhelo? Porque hemos sido creados para la intimidad, la conexión y el compañerismo.

 Nos convertimos en nuestro "yo" más funcional cuando compartimos la vida con otros. Al estar en comunidad, las cargas de nuestros fracasos disminuyen y la fuerza de nuestra esperanza aumenta. Cuando triunfamos en un área, podemos compartir la alegría con otros que se preocupan por nosotros y, cuando nos afligimos, podemos dividir nuestra pena compartiendo nuestro sufrimiento con un oído atento.

  Juan era conocido como "el discípulo a quien Jesús amaba." En otras palabras, Juan y Jesús eran los mejores amigos. Juan se sentó junto a Jesús en la última cena. Juan estaba en el huerto con Jesús cuando fue traicionado. Y como Jesús confiaba tanto en él, le encargó cuidar de María, su madre, después de que  fuera crucificado, resucitara y ascendiera al cielo.

 Fueron necesarios varios años para que su amistad creciera. Si, la intimidad con los demás requiere intencionalidad. Y este tipo de intimidad es la que Juan nos insta a buscar a lo largo de sus escritos, especialmente en el versículo 11 del pasaje de hoy, que es probablemente uno de los versos más famosos que escribió:

  "Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros." 

 Así que hay que cuidar a quienes amamos, pues vivimos en un mundo ajetreado que puede destruir amistades. Sólo hay que tener el amor de Dios en nuestro corazón para amar a las personas que más queremos. 

  "Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama ,ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. " (1 Juan 4:7-8).

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