Aceptar las etapas de cambio
Los psicólogos hablan del ciclo del duelo por el que todos pasamos cuando nos enfrentamos al dolor y a la pérdida. No se trata de un proceso lineal, sino que giramos alrededor de los sentimientos de enojo, negación, , negociación y tristeza antes de aceptar la pérdida. Una de las partes más dolorosas del proceso puede ser el admitir que una temporada de nuestra vida, o una relación, ha llegado a su fin.
Las transiciones, sin duda, son emocionantes, como cuando te mudas de casa, empiezas un nuevo trabajo o inicias una nueva relación, pero, en otras ocasiones, resultan ser dolorosas. Decimos adiós a lo que nos trae seguridad y saludamos a la incertidumbre. Estamos en medio del caos y una transición no se percibe ni bien ni mal, sino diferente.
¿Cuál es tu interpretación cuando se trata de inestabilidad? ¿Das la bienvenida al cambio? En los momentos de transición tenemos la oportunidad de reevaluar dónde reside nuestra verdadera confianza, dónde están nuestros cimientos y dónde encontramos nuestra identidad.
El pasaje de hoy nos ayuda a hacer una revisión de nuestra vida y a examinar más de cerca dónde ponemos nuestra confianza y dónde reside nuestra fe. En el versículo 7, el profeta Jeremías, declara: bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él.
Cuando decidimos poner nuestra confianza en Jesús, dejar nuestro corazón en sus manos y confiar en él, en cada circunstancia en la que nos encontremos, seremos bendecidos. Ser "bendito" no significa tener comodidad; ser "bendito" no significa tener certeza; ser "bendito" significa tener una paz y un conocimiento arraigado y cimentado en el toque de amor firme, estable y seguro de Jesús.
"Así ha dicho el Señor: Maldito el hombre que confía en otro hombre; que finca su fuerza en un ser humano, y aparta de mí su corazón." (Jeremías 17:5).
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