¿Cuán cerca puedes estar?

     La Cruz es la verdad capital de nuestra fe. No es por azar que nuestros pensamientos regresen al Calvario. Pero la Cruz de Cristo, aunque central, nunca está sola; ese día había dos maderos más en la colina. El Dios de la providencia, quién ordenó todo el tiempo y toda la historia para que culminaran en ese momento, nunca habría permitido una casualidad en ese instante supremo. Las cruces de esos dos ladrones contienen un gran mensaje para nosotros.

En uno de esos maderos colgaba un alma miserable que buscaba alivio al insultar a Jesús. Añadió su voz a las que se burlaban del Señor con cruel insolencia. Éste por quien Jesús expiraba para salvar derramó maldiciones amargadas sobre Aquel que lo amaba hasta la muerte.

La lección aguda para nosotros es cúan cerca puede estar una persona del Señor y todavía perderlo. El delincuente se encontraba a unos pocos metros de Jesús; sin duda, escuchó cada susurro de los labios del Señor. Dios le había dado a este malhechos una proximidad cerca del Salvador para que hiciera la paz con Él, pero la oportunidad fue rechazada con injurias y blasfemias. 

Es posible hallarse junto a Cristo y quedarse sin Él, no importa si somos sus díscipulos en nombre o formamos parte de la iglesia desde hace mucho tiempo. Juan Wesley no lo tuvo hasta que cumplió treinta y cinco años, aunque había pasado décadas en el ministerio cristiano. Recuerde que fue el sumo sacerdote de los judiós el que mandó a crucificar a Jesús. La máxima tragedia de la historia humana es que muchos que permanecen en contiguidad al Señor no lo perciben y se extravían.

Él está más cerca de nosotros. ¡No lo desaprovechemos!

"Uno de los malhechores que estaban allí colgados lo insultaba y le decía: Si tú eres el Cristo, ¡sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros! " (Lucas 23:39).

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