¿Hasta cuándo puedes esperar?

    Ese día en el Golgóta había dos maderos al lado de la cruz de Jesús. Cada uno tiene su historia para contar. Una es la reseña de la salvación en medio del juicio, de amor desafiado por el odio y de la vida en el corazón de los procesos de la muerte. Es un relato de esperanza que produce transformación.

 El ladrón en esa cruz había empezado la mañana en compañía de su colega criminal que estaba al otro lado de Jesús. Unió su voz a la de la muchedumbre y del otro delincuente mientras maldecían al Señor.       Su amargura se juntó a la de ellos. Sin embargo, con el paso de las horas, capto la diferencia entre Jesús y los otros. Escuchó cuando el Hijo le pidió al Padre que perdonara a los que lo mataban. Esas palabras trajeron pensamientos inconcebibles en la mente de ese hombre. ¿Perdón? ¿Existía esa cosa para él?           Al oír a Cristo y al percibir al Espíritu que moraba en él, ese malhechor tomó una decisión. Si la absolución era una posibilidad, él la quería, y si alguien lograba dársela, sería este Varón extraño colgado a la cruz de su lado. Por eso oró: "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino."(Lucas 23:42).                         

Las lecciones en esto se amontonan. ¿Hasta qué extremo puede ir uno en el pecado y encontrar clemencia? ¿Cuán lejos se puede encontrar lejos de la iglesia y sus ministerios y hallar la gracia? ¿Hasta cuándo uno es capaz de aguardar antes de que desaparezca la expectativa del indulto divino? Esta narración deja claro que ninguna persona, no importa cuán distante esté de Dios, está fuera del alcance de Su amor mientras respire y tenga vida. Gracias a Dios, no sólo por la Cruz de Cristo, sino por la cruz de ese bandido.

" De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso." (Lucas 23:43).

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