Perdiendo Su presencia

     La historia de Acán hace que la gente tiemble con temor. Fue el hombre que, por su pecado, causó que los israelitas perdieran la batalla contra sus enemigos. Cuando se expuso la transgresión de Acán, él y su familia fueron ejecutados. Existe una opinión en nuestra época; que si aceptamos a Cristo, Él se mantendrá con nosotros a pesar de nuestras elecciones. Esta idea es equivocada. Cristo continúa con nosotros si permanecemos en Él, pero cuando abandonamos su camino y nos desviamos por un sendero de nuestra preferencia, la presencia de Jesús partirá de nuestra vida. Dios no nos puede salvar si le damos la espalda.

Este concepto no es sólo un principio del Antiguo Testamento, sino una verdad eterna. Juan el discípulo amado declaró: "Si decimos que tenemos comunión con él, y vivimos en tinieblas, estamos mintiendo y no practicamos la verdad." (1 Juan 1:6). El Día Final será un día tanto de exclusión como de inclusión. Habrá una puerta, y todos los que no pasen por ella serán exclusivamente apartados. Tal vez algunos cuestionen la compasión de Dios. La última palabra de la experiencia humana no será la misericordia, sino la justicia y la santidad. La clemencia conduce hasta la justificación; se nos da en este mundo para que lleguemos a conocer la justicia y la bondad del Señor. Si rechazamos su indulgencia, nos queda sólo su perfección y nada impuro, sucio o engañoso entrará en su reino santo. Observe los términos trágicos que ayudan a clausurar el texto bíblico: "Pero afuera se quedarán los pervertidos, los hechiceros, los que han caído en la inmoralidad sexual, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y practica la mentira." (Apocalipsis 22:15). En verdad, Dios nunca envía a nadie al infierno. Nosotros decidimos acercarnos a Él o alejarnos. ¿Cuál es tu orientación?

"El Señor le respondió a Josué: ¿Por qué estás en el suelo? ¡Levántate! Israel ha pecado. Ha quebrantado el pacto que yo le ordené, y además ha tomado lo que le prohibí tomar. Han robado, han mentido, y han guardado entre sus pertenencias lo robado. Por eso los hijos de Israel no podrán vencer a sus enemigos. Es más, cuando se enfrenten a ellos, huirán. Y es que han quedado bajo maldición. Si no destruyen la maldición que está entre ustedes, no volverán a saber de mí." (Josué 7:10-12).

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