Dios desea estar cerca

     Le caemos bien a Dios y Él desea estar cerca de nosotros, por eso se hizo uno de nosotros, habitó en medio nuestro y un día regresará para que vivamos todos juntos. La Revelación de Juan nos da una idea del destino para el cual fuimos formados. Una imagen en particular comunica la invitación divina: "¡Mira! Ya estoy a la puerta, y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, yo entraré en su casa, y cenaré con él, y él conmigo." (Apocalipsis 3:20). Es posible que el Señor more dentro de mí y yo en Él. El Cristo exaltado usa además otra figura : " Al que salga vencedor, le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono" (Apocalispsis 3:21). Cada creyente que camina con el Señor va rumbo hacia una posición maravillosa de intimidad en la cual compartiremos con Cristo su vida y su trono.

  El valor que Dios le asigna al ser humano es incalculable. Somos suficientemente grandes para que Él venga a comer con nosotros, y también para que tomemos asiento con Él en su trono para siempre. Cada persona es una creación divina, con potencial eterno y una valía altísima. El Señor nos está preparando para la comunión y la cofraternidad con Él. Ansía quedarse con nosotros pero nosotros no le correspondemos a él; malentendemos su anhelo porque le tenemos miedo. Decidimos protegernos de él, de modo que construimos muros cuando debemos edificar puentes para acercarnos a Él al máximo.

¿Permaneces paralizado por temor al Señor? ¿Has levantado tapias para salvaguardarte de Él? Si lo has hecho: es por una de dos razones: O no comprendes la profundidad de su amor y su deseo de encontrarse contigo, o subsistes con un pecado que no quieres rendir. Si te hallas alejado de Dios, eres tú quien tiene la responsabilidad. ¿Por qué no cierras la distancia?

"¡Mira! Ya estoy a la puerta, y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, yo entraré en su casa, y cenaré con él, y él cenará conmigo. Al que salga vencedor, le concederé el derecho de sentarse a mi lado en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado al lado de mi Padre en su trono." (Apocalipsis 3:20-21).

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