El desfile victorioso

  Una de las figuras que usó el apóstol Pablo en su segunda carta fue la de esparcir el conocimiento de Dios como un aroma de olor fragante. Para algunos esto es un olor grato, es decir a los que se salvan; pero a los que se pierden, será un aroma que conduce a la muerte por rechazar a Cristo. Entonces, ¿quién es capaz de esparcir este conocimiento? Pablo nos dice cómo enfrentarla: " Gracias a Dios que en Cristo nos conduce en un desfile victorioso, y por medio de nosotros, manifiesta el olor de su conocimiento."

 Muchos estudiosos de la Biblia han asegurado que Pablo ha mezclado sus metáforas: la primera parte del versículo habla de la Resurrección (el desfile triunfal) y la segunda parte habla de la Cruz (la fragancia que viene por aplastar algo). Al estudiar este versículo, vemos que la palabra griega habla acerca "de conducir en un desfile victorioso." Esta era una palabra etrusca antigua, y los etruscos tenían una procesión muy diferente que la romana, ya que la encabezaba el emperador. El rey que encabezaba el desfile victorioso era el rey conquistado y capturado. Era escupido y azotado, y al fin del desfile lo sacrificaban a sus dioses etruscos que supuestamente les habían dado la victoria. El rey conquistador iba en el puesto final de la procesión. Así que Pablo no mezclaba sus metáforas; presentaba una imagen completa del triunfo de Cristo en la cruz no como el rey conquistador, sino como el Rey conquistado, que iba a ser sacrificado.

 El profeta Isaías escribía en el capítulo 50 una profecía acerca de los sufrimientos de Jesús en la cruz y cómo a través de eso conquistaría el mal. Si Cristo encabeza la procesión, nosotros tenemos que ir detrás en su altar de autosacrificio, que es la Cruz. Es un desfile triunfal porque del sacrificio de sí mismo viene la fragancia del evangelio.

" Pero gracias a Dios, que en Cristo Jesús siempre nos hace salir trinufantes, y que por medio de nosotros manifiesta en todas partes el aroma de su conocimiento. " (2 Corintios 2:14).

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