El antídoto para la envidia

       Absolutamente todo lo que tenemos es un reflejo de la bondad de Dios. El Señor es tan amoroso que cuida cada detalle de nuestra vida, hasta los más pequeños e insignificantes detalles. Dios siempre nos recuerda que está todo bajo su control.


   Cuando nos reconocemos como seres imperfectos, desobedientes, y por supuesto, pecadores, nos damos cuenta que nada podemos obtener en nuestras propias fuerzas y por nuestros propios méritos, sino que es la gracia y la misercordia de Dios actuando en nuestra vida, es decir, un regalo de amor incondicional, y debería llevarnos a una vida de gratitud y de satisfacción.


   La palabra "contentamiento" se utiliza en la Escritura para referirse a la satisfacción que debemos sentir por todo lo que Dios hace por nosotros. Cuando el apóstol Pablo escribe a los Filipenses, nos enseña acerca del contentamiento en cualquier circunstancia, ya sea en la escasez o en la abundancia, y concluye diciendo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" . Es decir, en toda situación, Pablo halla su contentamiento en Cristo, su fortaleza y su sustento.


  Si el contentamiento es la satisfacción en Dios por todas las cosas, lo contrario es la insatisfacción, manifestada a menudo a través de la murmuración y la envidia.

 Todos aquellos que consideran que merecen más de lo que Dios les ha dado, viven inmersos en la murmuración, la queja, la frustración y la envidia. No son capaces de sentirse satisfechos, viven como si les faltara algo y siempre buscan una excusa para mantenerse lejos del Señor. El pasaje de hoy nos anima a cuidar nuestra conducta porque la murmuración conduce inevitablemente a la envidia. Mucho más que desear lo que otra persona posee, la envidia significa estar triste por no tener lo que la otra persona tiene e incluso desear que no lo tuviera. Este es un sentimiento destructivo porque siempre está lleno de amargura.

  " ¿Quién de ustedes es sabio y entendido? Demuéstrelo con su buena conducta, y por medio de actos realizados con la humildad propia de la sabiduría. " (Santiago 3:13).

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