El antídoto para la tristeza

        La trayectoria del Señor Jesucristo es increíble por muchas razones: su nacimiento fue un milagro, en su bautismo, se oyó la voz del Padre desde el cielo dando testimonio de él, realizando milagros extraodrinarios; caminó sobre las aguas; multiplicó los alimentos; calmó las tempestades y coronó ante todos estos hechos al resucitar de entre los muertos.


    Es común pensar que la vida de Jesús fue todo alegría y satisfacción; sin embargo, los evangelios registran algo muy diferente. Jesús tuvo que enfrentarse continuamente ante la incredulidad y la oposición de la gente, incluidos sus discípulos. También lidió con el rechazo al mensaje que predicaba y la búsqueda egoísta de beneficios de parte de sus seguidores. Todas esas expreriencias y muchos más le causaron una profunda tristeza en varias ocasiones.

   Todos estos eventos se fueron acumulando hasta el momento de su detención y muerte. Como nos indica el pasaje de hoy, Jesús subió al Getsemaní con sus discípulos más cercanos para orar. Él sabía lo que venía y confesó que su alma estaba profundamente triste, con un dolor mortal. ¿Puedes imaginar la angustia que Jesús vivió en ese momento?

 El hecho de que Jesús experimentara dolor y tristeza nos asegura que él mira con compasión nuestros sufrimientos y él los entiende. No estamos solos; Cristo sabe lo que sentimos.

    Este conocimientos nos ofrece paz y consuelo, ya que sabemos que nuestro Dios no es ajeno a nuestra tristeza y siempre estará con nosotros en medio de cualquier circunstancia.

 No estamos exentos de sufrir dolor, pero la Palabra de Dios nos enseña que Él es nuestro refugio constante. Jesús lo enseñó cuando oró por sus discípulos, pidiendo al Padre " que no los saque del mundo, sino que los libre del mal." (Juan 17:15). En otra ocasión dijo que tendríamos aflicciones, pero que no nos desanimemos porque él ha vencido (Juan 16:33).

 Nuestro consuelo está en Jesús, quien a pesar de ser rechazado, perseguido y angustiado, permaneció firme y triunfó. Su victoria es nuestra inspiración y nos motiva a regocijarnos en él, a pesar de las adversidades.

     " Entonces Jesús fue con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Siéntense aquí, mientras yo voy a orar en aquel lugar. " (Mateo 26:36)

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