El camino del reino

  El Martes Santo fue un día ocupado para Jesús. En tan sólo unas horas, lo vemos haciendo varias cosas diferentes como discutiendo en el Templo, enseñando en el Monte de los Olivos y pasando tiempo con amigos en Betania.

 La Biblia nos muestra una imagen clara. Jesús es un hombre con una misión y propósito definidos y que cuidadosamente organiza sus últimas horas para compartir su reino con aquellos que están dispuestos a recibirlo en sus corazones.

Entonces, me pregunto:¿Tu corazón está abierto hoy para recibir a Jesús?

El Martes Santo se centra principalmente en el creciente enfrentamiento entre Jesús y las autoridades judías. Mientras que un día antes, en el templo, Jesús dio una impresionante lección acerca de la purificación de la casa de Dios, el martes se caracterizó por sus enseñanzas a través de parábolas, especialmente dirigidas a los líderes religiosos.

 En el pasaje de hoy vemos una de estas parábolas. Uno se puede imaginar la tensión que se produjo cuando estas palabras resonaban en el Templo. Se trataba sin lugar a dudas, de un enfrentamiento (ver Mateo 21: 28-31).

 En lugar de dar la bienvenida en su reino a la élite religiosa que aparentaba piedad, Jesús nos sorprende de nuevo. El proclama que los primeros en entrar en el reino de Dios serán los más humildes de la sociedad, mientras que los líderes arrogantes y ostentosos quedarán excluidos. En otras palabras, el reino de Dios es para los que están perdidos, para los últimos, para los pecadores. Es un reino para aquellos que verdaderamente reconocen la necesidad de un Salvador.

Esta es una declaración impactante que resuena aún en nuestros días. Las palabras de Jesús nos brindan al mismo tiempo consuelo y nos plantean desafíos para todos nosotros hoy. El pasaje de hoy también nos ofrece otra lección importante: es mejor obedecer a Dios con acciones que simplemente hacer promesas vacías. En este día, Jesús nos desafía a reflexionar sobre nuestras acciones y actitudes. A veces podemos hablar de Dios con palabras vacías y no respaldarlas con nuestras acciones. Podemos mostrar una apariencia de santidad en la iglesia, pero continuar pecando en secreto. Incluso podemos condenar a otros mientras cometemos los mismos errores.

 Hoy Jesús nos invita a examinar nuestro corazón, ¿eres igual el segundo hijo de la parábola cuya respuesta fue que si iría pero no fue? Este no tiene por qué ser el final de nuestra historia. Recuerda que nunca es demasiado tarde para cambiar de opinión y volver humildemente a Dios. Él siempre nos espera con los brazos abiertos.

   " Jesús les preguntó: ¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos, y se acercó al primero y le pidió: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. El primero le respondió: No quiero, pero después se arrepintió y se fue. Luego se acercó al otro hijo, y le pidió lo mismo. Éste le respondió: Sí, señor, ya voy: pero no fue. ¿Cuál de los dos hijos hizo la voluntad de su padre? Ellos respondieron: El primero. Entonces Jesús le dijo: De cierto les digo, que los cobradores de impuestos y las rameras les llevan la delantera hacia el reino de Dios. " (Mateo 21:28-31).

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