Un momento de quietud

    Al amanecer del Miércoles Santo, un día antes de la Pascua y dos días antes de la crucifixión de Jesús, el plan de Dios para la redención de la humanidad estaba llegando a su momento más crucial de la historia.

 El Miércoles Santo no es un día que los autores de los evangelios enfatizan mucho. Parece ser un día relativamente tranquilo en la vida de Jesús, sin eventos sobresalientes registrados.

 Lucas señala a grandes rasgos que "cada día Jesús enseñaba en el Templo, y cada tarde salía a pasar la noche en la colina llamada Monte de los Olivos."Sin embargo, los movimientos específicos de Cristo no se describen con detalle.

 Después de una emocionante entrada triunfal el domingo, seguido por las mesas volteadas del lunes y los tensos enfrentamientos vulnerables del martes, el miércoles trae una delicada- casi frágil- sensación de pausa. 

 El Miércoles Santo brindó a Jesús y a sus seguidores la oportunidad de tomar aliento, reflexionar sobre lo ocurrido y prepararse para lo que vendría a continuación.

 Con la profunda importancia de la última cena en el menú de mañana, la jornada de hoy nos invita a tomar un respiro, a hacer una pausa y reflexionar acerca de todos los detalles del fin de semana que tenemos por delante.

 Hay otra parte del Miércoles Santo que también merece nuestra reflexión. Mientras Jesús, pasaba este día en preparación y relativa calma, al mismo tiempo, había alguien con intenciones no tan nobles trabajando en la sombra y con una agenda más sombría.

Los actos de Judas Iscariote nos explican por qué algunas personas se refieren a este día como el "Miércoles del Espía." Es el momento crucial y trágico de la traición, que prepara el escenario para los sorprendentes eventos que vendrán, de hecho, es lo que marca este día como uno de los profundos contrastes. 

 Mientras Jesús se preparaba para dar su vida de manera desinteresada, Judas estaba enfocado en lo que podía obtener de la suya. Mientras Jesús seguía obedientemente la voluntad de su Padre, Judas optaba por la rebeldía. Mientras Jesús entraba en la gloria, Judas escogía un camino de dolor y sufrimiento.

 En el "Miércoles del Espía", se nos presenta un enfoque marcado pero opuesto: la obediencia perfecta de Cristo y la rebelión pecaminosa del hombre, señalando un choque inminente de gran trascendencia. Este contraste profundo nos invita a una pausa reflexiva.

 A medida que nos acercamos a la cruz, ¿cómo está tu relación con Jesús en este momento? ¿Dónde te encuentras? ¿Estás siendo activo y comprometido, o te sientes distraído y desconectado?

 Hoy es una gran oportunidad para acercarte y reencontrarte con tu Salvador. Él está contigo en este preciso instante.

"  Entonces Judas Iscariote, que era uno de los doce, fue a ver a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Cuánto me darían, si yo les entrego a Jesús? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Desde entonces Judas buscaba el momento de entregar a Jesús. " (Mateo 26:14-16).

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