Un paso de obediencia

   La semana de la crucifixión de Jesús está llena de contrastes intensos: hay momentos de luz y sombra, de actividad y calma, de vida y muerte.

 El Jueves Santo no es diferente. Es un día lleno de actividad, con momentos de comunión prolongados y encuentros de profunda oración. Cristo se desplaza con un propósito claro entre Betania, Jerusalén y el Monte de los Olivos, y termina este día dramático siendo arrestado por Caifás.

 Hay mucho que contar, pero hoy vamos a centrarnos en dos momentos destacados de la vida de Jesús que son especialmente dignos de reflexión. Analicémoslos detenidamente. 

 El primer momento es en medio de su sufrimiento. Jesús eligió servir a los demás en lugar de preocuparse por sí mismo. 

 Juan 13:3-5 describe este pasaje donde Jesús eligió servir a sus discípulos aún en medio de su sufrimiento. A menos de un día de su crucifixión, Jesús, el Señor de todo, lavó los pies de sus discípulos. El Rey supremo dedicó sus últimos momentos para actuar como el siervo más humilde. Es una imagen sorprendente que refleja la humildad, el amor y la bondad de Dios en su máxima expresión. 

Tomemos un breve momento para reflexionar. ¿Qué piensas sobre la elección de Jesús de usar sus últimas horas para servir? ¿Qué te revela esto acerca de su carácter?

 Ahora, piensa en ti mismo. ¿ Cómo hoy podrás encontrar una oportunidad para servir a alguien más?

 El segundo episodio destacado de Jesús es en su momento de angustia, en lugar de alejarse por temor, se acercó al Padre en obediencia.

 Después de concluir la cena de la Pascua, que tenía un gran signficado para el círculo de Jesús, Mateo continúa la historia de la siguiente manera. En Mateo 26:36-39 vemos que Jesús fue a orar en medio de su sufrimiento y le pidió a sus discípulos que lo acompañaran. Cuando enfrentamos momentos díficiles y preocupaciones, es común tratar de controlar la situación por nosotros mismos. Jesús, sin embargo, nos muestra un enfoque y un camino diferente. En lugar de alejarse de Dios en su dolor, Jesús se acerca a él, no para imponer su propia voluntad, sino para entregarse en las manos de su Padre.

Te invito a reflexionar: ¿En qué áreas estás evitando a Dios o tratando de hacer las cosas a tu manera? ¿Qué significa para ti rendirte? Hoy te animo a unirte a Jesús- el siervo ejemplar- a los pies de Getsemaní y a orar como él lo hizo, acercándote a nuestro Padre y entregándote en sus manos, en lugar de permanecer distante.

"Jesús, que sabía que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas, y que había salido de Dios, y a Dios volvía, se levantó de la cena, se quitó su manto, y, tomando una toalla, se la sujetó a la cintura; luego puso agua en un recipiente y comenzó a lavar los pies de sus discípulos, para luego secárselos con la toalla que llevaba en la cintura." (Juan 13:3-5).

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