Un silencio ensordecedor

    Cuando Dios guarda silencio, nunca es fácil.

   En contraposición al continuo afán de la Semana Santa, el sábado es un día de calma y quietud desconcertante. No sólo se trataba del sabbat judío, un día de reposo colectivo, sino que también era el día en que Jesús, la luz del mundo, yacía inmóvil y silencioso en una tumba oscura y fría.

 El Sábado Santo marca ese momento de quietud, a veces confuso, que se encuentra entre la angustia y la alegría. Es una estrecha frontera entre la desolación y la esperanza. Por tanto, incluso hoy, es una oportunidad para detenernos y reflexionar sobre nuestra propia vida.

  Incluso la Escritura guarda silencio en el Sábado Santo. La única referencia significativa del tiempo entre la muerte y la resurrección de Cristo se encuentra en el capítulo 27 de Mateo.

 En el pasaje de hoy se percibe algo de nerviosismo en la élite religiosa. Había algo en el aire- algo sobre este Jesús- que susurraba al mundo: "esto aún no ha terminado." Esto se encuentra en Mateo 27:62-64.

 En el Sábado Santo, Jerusalén estaba envuelta en una pausa delicada y llena de significado: ¿Qué había ocurrido? ¿Qué sucedería después?

 Si uno fuera de los seguidores de Jesús, ¿cómo nos hubiéramos sentido? Hay que tomarse un tiempo para sumergirnos en la historia y experimentar con atención las emociones cambiantes de los discípulos: dolor, confusión, miedo, pero también, quizás, un atisbo de esperanza.

 Una de las grandes lecciones que aprendemos en el Sábado Santo es que el silencio de Dios no es lo mismo que su ausencia. Me preguntó si esta idea también pasó por la mente de los discípulos.

 Después de todo, habían estado cerca de Jesús y lo habían visto hacer milagros, tales como controlar la naturaleza, sanar a los enfermos e incluso resucitar a los muertos, en situaciones que parecía que sería demasiado tarde. Jesús estuvo dormido durante la tormenta, demasiado lejos para salvar al siervo del centurión y llegó tarde para evitar la muerte de Lázaro. Sin embargo, en todas las ocasiones, Jesús actúo.

 El hecho de que Dios parezca estar ausente no significa que realmente lo esté. Con Jesús, por tanto, no debemos temer el silencio. Más bien, podemos abrazar el silencio de manera proactiva para fortalecer nuestra fe y prepararnos para lo que Dios hará en nuestra vida.  Porque nuestro Rey siempre está obrando. "El Señor es quien te cuida," dice el Salmo 121: "Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel. " 

Hay que reflexionar un momento: ¿En que áreas de tu vida crees que Dios permanece en silencio? ¿Cómo puede inspirarte el Sábado Santo mientras reflexionas en este día? Recuedra: Tu Dios no te ha olvidado ni abandonado. Al contrario, él está contigo en este momento. Sea lo que sea que estés pasando, un gran comienzo está en camino. ¡El domingo se acerca! 

" Al día siguiente, que es el día después de la preparación, los principales sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato y le dijeron: Señor, nos acordamos que, cuando aún vivía, aquel engañador dijo: Después de tres días resucitaré. Por lo tanto, manda asegurar el sepulcro hasta el tercer día, no sea que sus discípulos vayan de noche y se lleven el cuerpo, y luego digan al pueblo: ¡Resucitó de entre los muertos! Porque entonces el último engaño será peor que el primero." (Mateo 27:62-64).

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