Una lección de fe y determinación

     El plan de la mujer, en el pasje de hoy, fue muy osado. De acuerdo con las leyes de la época, las mujeres impuras no podían tocar a nadie, menos aún al Hijo de Dios. No cabe duda que en momentos de desesperación tomamos medidas extremas.  Por doce largos años, esta mujer había sufrido de hemorragias que la debilitaban, la enfermaban físicamente y la calificaban como inaceptable ante la sociedad.

    Los médicos de aquel tiempo no habían podido aliviar su sufrimiento. Ella gastó todo lo que tenía buscando sanidad, pero en lugar de mejorar, empeoraba más (versículo 26). El verdadero milagro en esta historia es que su fe permaneció saludable y ella tenía la convicción de que podría ser sanada, a pesar de que todo su cuadro clínico indicara lo contrario.

 Cuando ella escuchó acerca de un hombre que había sanado a tantas otras personas, fue directamente a Capernaum. Después de un viaje de 48 kilómetros caminando, la mujer se acercó silenciosamente por detrás de Jesús, en medio de la multitud, y tocó su manto (versículo 27). Según la ley, su toque había tornado a Jesús impuro. Pero por gracia, ocurrió exactamente lo contrario: "al instante cesó su hemorragia" (versiculo 29). Sin una palabra, una mirada o un  toque de Jesús, ella fue completamente sanada. Su confianza y fe inquebrantables fueron suficientes para que el Maestro obrara a su favor.

 Con una sola palabra de Jesús, doce años de dolor y aislamiento quedaron atrás. Él la llama "Hija... " (versículo 34). En ningún otro relato del evangelio Jesús usa este término cariñoso y de respeto hacia otra persona. Hija. Ahora ella era miembro de su familia, fue restaurada en la sociedad y dio ejemplo a tantos otros que imploraban que el Señor los dejara tocar al menos el borde su manto.

Esta  mujer puso su fe en acción: viajó a Capernaum, extendió su mano para tocar el manto de Jesús y caminó hacia él cuando la llamó "hija."

Este es el mejor ejemplo de lo que puede hacer una fe inquebrantable. Si sientes que tus fuerzas flaquean y has agotado todos tus recursos, entra en la presencia de Dios, clama a él y toca el borde de su manto.

 " Jesús le dijo: Hija, por tu fe has sido sanada. Ve en paz, y queda sana de tu enfermedad. " (Marcos 6:34).

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La quinta sinfonía de la fe

El Dios que te restaura

El Espíritu Santo da testimonio