El Dios que quita tu verguenza

    Hoy continuaremos profundizando en la identidad que Dios nos ha dado. A medida que nos sumergimos en las historias bíblicas, observaremos cómo Dios interviene fielmente en todo aquello que se refiere a temas de nuestra identidad y nos guía con amor para resolverlos.

  Hoy, vamos a adentrarnos en el dramático mundo de Oseas y su esposa, Gomer.

  Por un momento, imagina que posees una valiosa reliquia familiar. Es tu posesión más preciada, tal vez es un collar de diamantes, un reloj muy cotizado o un jarrón antiguo. Ahora imagina que, por causas ajenas a tu voluntad, esta reliquia se pierde y acaba en una casa de empeños. Te arrancan de las manos lo que amas y lo ponen a la venta.

 Algo tan preciado y personal, ahora abaratado de forma devastadora y ofrecido al mejor postor. Así que decides actuar.

 A pesar de que la reliquia era de tu familia desde el principio, reúnes con esfuerzo los recursos para comprarla de nuevo. Aunque injusto, haces el doloroso sacrificio. Devuelves el objeto preciado a su sitio original y lo reinstalas en tu hogar. Era demasiado valioso para dejarlo escapar.

 Esta historia de la reliquia representa la historia de la redención. Es una imagen de lo que Dios le pide a Oseas en el pasaje de hoy: que vuelva a comprar a su esposa infiel.

 Oseas paga por el rescate de su esposa en la esclavitud. Sacrifica sus recursos para liberarla de una vida de verguenza. Le devuelve a Gomer la esperanza y un futuro. Este es un cambio asombroso e inmerecido, pero gracias al amor de Oseas, la verguenza de Gómer queda cubierta. Ella es rescatada, restaurada y redimida.

 Lo interesante aquí es que la historia de Oseas y Gomer no es sólo una telenovela dramática. Es un indicio de una narración mucho más grandiosa. Todo el libro de Oseas está diseñado para señalar la infidelidad de Israel como nación y para mostrar la fidelidad de Dios hacia su pueblo. El drama personal entre Oseas y Gómer refleja el vínculo entre Dios y su pueblo. Es una historia de traición, perdón, y en última instancia, redención.

 Si lees la historia de Gómer y Oseas podrías incluso llegar a juzgar el comportamiento de Gómer, sin embargo, nosotros también podemos ser como ella. Podemos vagar y entregarnos a otros "dioses." Podemos adorar a las celebridades, influencers, las redes sociales, nuestra carrera o nuestras relaciones, y quitamos a Jesús del primer lugar. Como la historia que te conté al inicio de la reliquia familiar, muchas veces, ponemos a la venta nuestra dignidad y nuestro valor al mejor postor.

 Sin embargo, Dios nunca nos abandona. Aunque no lo merezcamos, él interviene para rescatarnos, restaurarnos y redimirnos. Por muy rotos, desvalorizados y avergonzados que nos sintamos, él nos busca con dulzura y nos vuelve a comprar.

 Esta es. en realidad, toda la historia del evangelio. Hemos sido rescatados de la esclavitud del pecado.

 El libro de Efesios dice que en Jesús, "tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de su gracia." 

 La identidad de Gómer estaba marcada por la verguenza y el dolor; estaba definida por su pasado y por las etiquetas de la sociedad, sin embargo, por medio de Oseas, encontró gracia desbordante, sanidad y perdón.

Esto es lo que Dios hace por ti. Él no se ha dado por vencido contigo, aunque sientas que todo lo has echado a perder. Hoy quiero preguntarte: ¿Permitirás que Dios te rescate hoy? ¿Deseas ser libre?

 "Todavía el Señor volvió a decirle: Ve y ama a esa adúltera, a quien ama su amigo como ama el Señor a los hijos de Israel, aun cuando éstos sólo tienen ojos para los dioses ajenos y aman las tortas de pasas. " (Oseas 3:1).

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