El Dios que te restaura

  En la Biblia, pocas historias sobre identidad son tan conmovedoras como cuando Jesús restauró a Pedro. Después de años de caminar con Jesús de primera mano, su discípulo falló de forma humillante en un momento crucial. Con Jesús abandonado y bajo custodia, Pedro dijo que no conocía a su Salvador por ¡tres veces! Fueron instantes estremecedores de negación y traición. Pedro se había desmoronado.

 Sin embargo, gracias a Jesús, este gran fracaso se transformó en una asombrosa imagen de renovación.

 El pasaje de hoy contiene uno de los momentos más sorprendentes y emotivos de todo el ministerio de Cristo. Pedro, un hombre fracasado y roto, es levantado, perdonado radicalmente y luego comisionado para asumir uno de los llamados más críticos de Jesús: La fundación de la iglesia del Nuevo Testamento.

 Las repeticiones de Jesús: "¿me amas?" desarman y revierten cada una de las trágicas negaciones de Pedro. Es un episodio profundo, rebosante del sobrecogedor amor de Dios.

 Las maravillas de la gracia de Cristo se manifiestan de forma resplandeciente a medida que la identidad rota de Pedro es restaurada con poder.

 La lección clave del trato de Jesús a Pedro es : "tus peores momentos de fracaso no te definen. El fracaso no es lo que eres." 

 Todos nosotros en algún momento negamos, nos derrumbamos y fallamos, pero eso nunca significa que estamos acabados.

 Dios es un Padre maravilloso que te levanta una y otra vez y comparte generosamente su vida contigo, a pesar de lo que hayas hecho. Nunca estás demasiado lejos para que Jesús te restaure y te ponga nuevamente en el camino correcto. Él te ama demasiado como para dejarte donde estás. Él siempre tiene algo más para ti.

 Al reconocer la belleza del carácter de Dios, C.S. Lewis concluyó lo siguiente: "Los fracasos son hitos en el camino hacia el logro." Esta revelación es profunda y significativa. Cuando fracasamos, no es el final del camino. Es más bien una invitación a ir más lejos, a crecer en madurez y a profundizar en la presencia de Dios que está llena de su gracia.

 El fracaso es un acontecimiento, no una identidad. Reflexiona por un instante sobre todo lo que has escuchado hasta ese momento.

¿Te sientes fracasado?

Este es el momento perfecto para invitar a Dios a intervenir en esas emociones. Mientras lo haces, permite que el Espíritu Santo reoriente tu perspectiva. Siente cómo la gracia de Dios te invade por completo.

 No olvides que Jesús es experto en restauración. Al igual que el arte japonés en Kinisugi, donde la cerámica rota se repara con oro para crear un artículo más hermoso y valioso que el original, así Dios puede reparar tu quebrantamiento de tal manera que seas renovado con un propósito interminable.

 La restauración no consiste en borrar tus errores, sino en edificar sobre ellos. Dios puede transformar tus fragmentos destrozados en una obra maestra revestida de oro.

 Entonces, ¿estás dispuesto a que Dios te restaure hoy?

" Cuando terminaron de comer, Jesús le dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor, tu sabes que te quiero. El le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle por segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te quiero. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Y la tercera ves le dijo: Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres? Pedro se entristeció de que la tercera vez le dijera: ¿Me quieres? , y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. " (Juan 21:15-17).

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