Eternamente suyos

    El pasaje de hoy es hermoso para meditar mientras la semana llega a su fin. Es tan solo un versículo pero es asombrosamente sencillo y bastante profundo. Permítemelo leerlo neuvamente: "Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado."

  Esta es una articulación maravillosa de cómo podemos entender la identidad que Dios nos ha dado. En un contexto cultural que suele confundirnos, este versículo es nuestra hoja de ruta en el laberinto.

 Cabe resaltar que este versículo tiene una suave pero lógica secuencia del texto: Reconoce que el Señor es Dios. Él te hizo y eres suyo.

 Permíteme explicarte más:

Primero, "Reconozcan que el Señor es Dios."  Esto es un profundo conocimiento de que Dios es Dios, de que él es soberano y está por encima de todo. Esta es una de las convicciones más transformadoras de la vida. Cuando recordamos que es Dios quien lleva las riendas de nuestra vida y no nosotros, nuestro corazón se llena de paz y esperanza porque sabemos que es Dios quién tiene el control.

Esta es una certeza en nuestra vida, aunque debemos reconocer que muchas veces se pierde en medio de una vida agitada. Luchamos en nuestras propias fuerzas, nos afanamos infructuosamente por hacer algo por nosotros mismos, y nos olvidamos que el Señor es Dios.

El Salmo 46 habla poderosamente de esta frustración, y guía nuestros pasos con amor: "Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios." 

La clave para saber que el Señor es Dios- dice la Escritura- es simplemente bajar el ritmo. ¿Necesitas estar quieto hoy?

¿ Qué te parece si dedicas un momento para estar quieto y conectarte con Dios?

 Cuando nos tomamos un momento para permanecer en quietud y reconocemos en lo más profundo de nuestro ser que el Señor Todopoderoso , santo e inmutable, es nuestro Dios, es entonces cuando experimentamos cómo la tensión se disipa y la paz y la esperanza se posiciona en nuestro corazón. 

 En segundo lugar, "él nos hizo." Esta poderosa afirmación se relaciona con nuestro origen. Somos seres creados a su imagen y semejanza y eso ¡es una imagen asombrosa! Significa que fuimos creados con propósito, valor y amor. No somos producto del azar, somos una expresión que nace del corazón de Dios.

 Dios desea que tengas la certeza de que él te creó con propósito. ¿Lo crees? Anímate con esta verdad. Repite conmigo: " Estoy aquí por una razón." 

 Por último, y tal vez lo más hermoso, "somos suyos." Porque Dios es Dios, y porque él te creó, puedes saber sin temor a equivocarte que eres su hijo amado. No porque tú lo hayas elegido a él, sino porque él te eligió a ti. Eres suyo, ahora y por la eternidad. Esto quiere decir que estás eternamente seguro en los brazos de Dios y que su Espíritu Santo está y estará siempre contigo para ayudarte, consolarte y guiarte.

¿Ahora ves el profundo poder de este versículo? "Reconozcan que el Señor es Dios, él nos hizo y somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado. "

 Tal y como hemos visto en los días anteriores, sólo al comprender de quién eres descubrirás quién eres.

 La invitación de Dios a conocerlo es la más profunda y hermosa del universo. Entender que eres su creación no te hace una simple posesión, sino que te permite reconocer tu valor inherente y precioso.

 Perteneces a Dios para siempre, eres apreciado y amado, no por lo que haces, sino por lo que eres. En su presencia, puedes dejar atrás las máscaras y las preocupaciones, y simplemente ser tú mismo.

 " Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y de él somos. Somos su pueblo. ¡Somos las ovejas de su prado! " (Salmo 100:3).

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