La obra de Dios

    El tiempo que pasamos en la presencia de Dios siempre es muy valioso. Él está aquí, y está contento de que hayas elegido pasar este momento con él.

  A lo largo de estas semanas hemos estudiado la identidad que Dios nos ha dado. Ayer hablamos de "Soy lo que hago" y aprendimos que aunque el mundo nos dice que somos valiosos e importantes debido a los ascensos y el éxito personal, la Biblia dice algo diferente.

 La palabra de Dios nos dice que nuestro valor no depende de lo que hagamos sino de nuestra posición como hijos de Dios.

 Si realmente podemos basar nuestra identidad en Cristo, evitamos gran parte del estrés y la ansiedad que se deriva de nuestra vida laboral. Como dice el pastor Tim Keller: "Si nuestra identidad proviene de nuestro trabajo, en lugar de Cristo, el éxito se nos subirá a la cabeza y el fracaso se nos quedará en el corazón."

 Nuestra identidad en Cristo no proviene de lo que hacemos, sino de lo que Dios ha hecho por nosotros. La victoria de Jesús en la cruz significa que nuestra vida está escondida en la suya y que nuestra identidad está asegurada para siempre como hijos de Dios, salvados por gracia.

 Esta asombrosa verdad significa que ahora somos libres para servir a Dios, usando los talentos con los que nos ha bendecido. En lugar de trabajar con miedo y ansiedad, desesperados por lograr aprobación, podemos disfrutar sirviéndole con alegría y paz. 

 Creer que nuestra identidad está en nuestros logros trae repercusiones en todas las áreas de nuestra vida, incluso en el trabajo. En vez de creer en la mentira de "soy lo que hago", podemos estar tranquilos sabiendo que nuestra identidad viene de Dios. Este nos permite disfrutar de nuestro trabajo sin que éste nos defina.

 Reflexiona un momento sobre tu propio ámbito de trabajo. Puede ser en casa, en tu lugar de estudios o en tu empresa. Sea cual sea tu lugar, trabaja con excelencia como para el Señor.

 Al final, todo lo que hagas es una forma de servir y honrar a Dios. Es importante recalcar que esto no se trata de una mera religiosidad, sino de la actitud de tu corazón. Hacer todo como para el Señor significa trabajar con honestidad y con excelencia.

 El teólogo Martín Lutero nos enseña más al respecto: "El zapatero cristiano no cumple su deber cristiano con hacer zapatos con pequeñas cruces, sino con hacer zapatos de buena calidad, porque a Dios le interesa que se trabaje con excelencia." 

 Piensa un momento en la carga de trabajo que tienes hoy... cualquiera que sea tu tarea o tu plan de trabajo para este día y pregúntate:

 ¿Cómo puedo hacer mi trabajo "con todo mi corazón"? ¿Qué significa de manera concreta la " buena confección" en tu contexto actual? ¿Qué tan diferente se sentiría hacer tus tareas como "si trabajaras para el Señor"?

 Este pasaje otorga una enorme dignidad y valor a nuestra carga de trabajo. Hagamos lo que hagamos: ya sea lavar los platos, hacer los deberes o las reuniones de trabajo:¡ podemos hacerlo todo para servir con alegría a Dios! Esto significa que él está con nosotros en todo lo que hacemos, está presente en cada momento, trabajando a nuestro lado y bendiciendo el trabajo de nuestras manos.

 Por otro lado, esto también elimina la enorme presión de nuestra carga de trabajo, si tomamos en cuenta que estamos sirviendo a Cristo y que trabajamos para alguien que nos ama incondicionalmente, nuestra forma de trabajar y de ver el trabajo cambiará.

 Dedica un momento para orar por tu trabajo, entrégale a Dios cualquier preocupación que tengas y pídele su ayuda. Recuerda lo que dice Efesios 2:10: "Soy obra de Dios, creado en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que yo las hiciera. " 

 " Y todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para la gente, porque ya saben que el Señor les dará la herencia como recompensa, pues ustedes sirven a Cristo el Señor. " (Colosenses 3:23-24).

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