Nadie puede servir a dos señores

    Las últimas semanas exploramos la verdadera identidad que tenemos en Dios y hoy expondremos una de las mentiras que hemos creído sobre nosotros mismos: "Soy lo que tengo."

  Esta mentira surge de la idea de que, acumular más cosas nos brinda mayor seguridad. Es decir, nuestras posesiones se convierten en símbolos de estatus, mostrando a otros la imagen que queremos proyectar. El dinero, la ropa o los autos no son un problema en sí mismos, pero cuando pasan de ser algo que apreciamos o disfrutamos a ser algo que nos define, simplemente caemos en la trampa de las posesiones.

 En lugar de que nuestras posesiones nos sirvan y nos bendigan, resulta que se han convertido en nuestro amo. Son la fuerza que nos impulsa y controla nuestras acciones y decisiones.

 Podemos pasarnos la vida intentando compulsivamente acumular más, más y más cosas con la esperanza de que nos hagan sentir apreciados, seguros o valiosos. Sin embargo, mientras más persigamos las posesiones materiales, la idea de tener una vida plena y satisfactoria es cada vez más lejana.

  Proverbios 23, versículos de 4 al 5 nos da un buen consejo: "No te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ellas. ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas."

 La mentira en la que solemos caer es que nuestra vida perfecta está a sólo una compra más... Si tan solo pudiera conseguir ese auto o esa mejora en mi casa... o ese nuevo celular... El problema es que este ciclo nunca termina cómo esperamos.

 Jesús conoce el control que el dinero y las posesiones pueden ejercer sobre nuestro corazón, y nos advierte que: "Nadie puede servir a dos señores... No se puede servir a Dios y a las riquezas."

 A veces es necesario preguntarse: ¿Soy yo el dueño de mis posesiones o son ellas las que me poseen?

 Parafraseando las palabras de Jesús: ¿El dinero me sirve o es algo a lo que yo sirvo? ¿Permito que dicte mis acciones, decisiones y hábitos?

  Reflexiona por un momento, ¿tienes la sensación de que el dinero te domina más de lo que te gustaría?

 En oración, conversa con Dios sobre esto y pídele que reoriente tu corazón de nuevo hacia él.

 Es posible que el mundo quiera definirte por lo que tienes, pero la Biblia dice algo muy distinto de ti. La verdad es que tu valor no se encuentra en tus posesiones, sino en tu posición como hijo de Dios. 

 ¡ Esta es tu verdadera identidad, la que nunca falla! ¡Eres hijo de Dios!

 " Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas." (Mateo 6:24).

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