Es la gracia de Dios y no mis obras

   Analicemos juntos el pasaje de hoy.

  En este tiempo, es fácil caer en el legalismo con respecto a nuestro caminar con Dios, es decir, solemos creer que agradar al Señor consiste en seguir y cumplir una serie de reglas para obtener su favor, olvidando que su amor por nosotros va más allá de lo que podamos hacer.

  La gracia es algo que no se puede alcanzar por mucho que nos esforcemos, es un regalo, lo que significa que es totalmente gratuita, independientemente de nuestras circunstancias, hábitos o santidad, ya que en última instancia, la naturaleza de Dios es amor. En otras palabras, Dios nos ama por que él es, no por quienes somos o podemos llegar a ser.

  ¿Te has sentido alguna vez más digno del amor de Dios gracias a tus buenas obras? ¿Has pensado que orar un poco o leer la Biblia con más frecuencia te hace más mercedor del amor de Dios?

  En un mundo que responde de acuerdo a lo que hacemos, es completamente lógico creer que esforzándonos alcanzaremos una mayor medida del amor de Dios, pero cuidado, esta idea engañosa no hará sentir que caminamos por una cuerda floja: un paso en falso bastará para caer y volver a empezar.

  En cambio, vivir por gracia es apoyar los pies en un fundamento seguro y firme en lugar de construir un puente o intentar hacer nuestro propio camino hacia Dios. Sin importar nuestros errores o el número de buenas obras que hagamos, descansamos en el sendero llano que él construyó para nosotros.

 La realidad es que por más hábitos "santos" que desarrollemos, por más esfuerzo que pongamos en agradar a Dios, nunca podremos ganar su salvación. Es imposible alcanzar en nuestras fuerzas lo que Dios tiene para nosotros. Pero, la buena noticia es que tenemos a Jesús, y su gracia es más que suficiente para cubrir todos nuestros errores y llevarnos a una perfecta relación con Dios.

 En palabras del autor Philip Yancey: Nunca olvides que eres perfectamente amado por Dios. No hay nada en tu pasado o en tu futuro que te califique o te descalifique, este amor es un don gratuito de la gracia de Dios que va más allá de cualquier cosa.

 Paradójicamente, el efecto que la gracia hace en nosotros cuando comprendemos que somos amados a pesar de nuestras acciones hace que sea más fácil vivir de una manera santa y justa. El amor de Dios nos libera para vivir como él siempre lo había soñado, asumiendo nuestra identidad como "creación de Dios."

 Oremos, amemos y hagamos buenas obras con la motivación correcta, sin intentar ganar nada a cambio, porque la gracia nos enseña que no tenemos que hacer nada para tenerlo todo.

 Philip Yancey nos recuerda que: " El mundo tiene sed de gracia. Cuando la gracia desciende, el mundo calla ante ella. "

 Dedica un momento para meditar en silencio todo lo que significa la gracia y el amor de Dios en tu vida y vive en la plenitud de ser su hijo amado. 

" Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanagloríe. Nosotros somos hechura suya; hemos sido creados en Cristo Jesús para realizar buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que vivamos de acuerdo con ellas. " (Efesios 2:8-10).

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La quinta sinfonía de la fe

El Dios que te restaura

El Espíritu Santo da testimonio