El invitado misterioso

  Durante esta semana, hemos acompañado a Jesús en distintos eventos importantes en su ministerio. Ayer estuvimos con sus discípulos en la última cena antes de su crucifixión, y hoy seremos invttados a la primera cena después de su resurrección.

 En este relato, dos seguidores de Jesús viajaban fuera de la ciudad hacia un pueblo llamado Emaús. Los últimos días habían sido muy complicados y díficiles de procesar para ellos, pues su Maestro había sido crucificado y todo parecía incierto, así que ambos intercambiaban opiniones sobre lo que sucedería sin Jesús cerca de ellos. 

 De repente, un hombre misterioso se apareció en su camino y se unió a ellos. Los hombres no vieron ningún incoveniente en caminar con él en su trayecto, así que lo integraron en su charla. Había algo en esa persona que les parecía fascinante, pero sin reparar mucho en ello, continuaron su camino. Llegada la noche, al acercarse a Emaús, invitaron a su acompañante a cenar con ellos y fue hasta ese momento cuando se dieron cuenta de que su invitado era en realidad Jesús.

  Su asombro rápidamente se convirtió en alegría. ¡Jesús había resucitado de entre los muertos tal como lo había prometido! Si todavía quedaban dudas en el corazón de ellos, en ese momento fueron reemplazadas por la certeza de que el Señor era realmente quien dijo ser. Lo más sorprendente es que Jesús había caminado con ellos todo ese trayecto y ni siquiera se dieron cuenta. 

 Al final, después de haber comido con Jesús , se dieron cuenta de que él había estado con ellos explicándoles todo lo que tenía pasar conforme a las Escrituras. No temas. Aún en tus dudas o desilusiones, Jesús está contigo. Sólo un encuentro con Él cambiará tu vida.

 " En ese momento se les abrieron los ojos, y lo reconocieron; pero él desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿Acaso no ardía nuestro corazón mientras hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?" (Lucas 24:31-32).

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La quinta sinfonía de la fe

El Dios que te restaura

El Espíritu Santo da testimonio