Lo que haces en secreto

    Analicemos juntos el pasaje de hoy.

 El tema de esta semana es "El tras cámaras de nuestra vida", lo que significa que profundizaremos en un camino distinto al que el mundo nos presenta. Nos alejaremos un poco de los reflectores para enfocarnos en lo que sucede tras cámaras y recordaremos que nuestra vida adquiere sentido sólo cuando entendemos que el centro de todo es Jesús y no nosotros. Esta es la única manera de impactar la vida de los demás.

 Antes que nada, quiero hablarte sobre el concepto de "alardeo moral". Este se ha convertido en un tema muy popular en la actualidad y se refiere al acto de expresar públicamente cuando te importa un problema, generalmente de índole social. La característica principal de esta postura es que su verdadera intención es ganar popularidad y no generar un cambio real. Esto se vuelve para muchos una excusa disfrazada para no hacer nada.

 Si has notado este comportamiento, te darás cuenta de cómo las personas casi siempre reaccionan emocionalmente cuando perciben el alardeo moral y esto se debe a que se trata de una falsa virtud y un comportamiento egoísta basado completamente en sentir más que en actuar, es decir, en un beneficio personal para ganar prestigio.

  Aunque hoy en día, esto es muy común en nuestra sociedad, no es un concepto nuevo. Hace 2000 años, Jesús ya se había dado cuenta de este mismo comportamiento y advertía a sus seguidores sobre los peligros de alardear sobre la fe. Lo que sucedía es que muchos preferían hacer cosas "buenas" por las razones equivocadas. Buscaban adquirir fama antes que agradar a Dios y servir a los demás.

 La advertencia de Jesús es muy clara: Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para llamar su atención. En otras palabras, si tu convicción al servir o ayudar es egoísta, mejor no hagas nada. Jesús además de denunciar esta práctica, llama hipócritas a quienes la llevan a cabo.

  Seguramente, comprender el significado de esta palabra te ayudará a entender mejor el mensaje de Jesús. El término "hipócrita" tiene su origen en el teatro clásico griego y proviene de la palabra "hypokrites", que significa "actor" o "intérprete." Los actores griegos sostenían máscaras sobre sus rostros para indicar que papel estaban interpretando y para estos "hipócritas", había una desconexión entre la máscara que llevaban y la persona real que la usaba. Lo externo y lo interno eran dos historias totalmente diferentes.

 ¿Entiendes mejor a lo que se refiere Jesús? Aunque la oración y la entrega son prácticas invaluables, estas nos convierten en actores cuando nos ponemos la máscara de la religiosidad para impresionar a los demás. No importa cuán buenas sean las acciones que hagamos, sin un propósito real, pierden todo su valor espiritual.

 Esto nos lleva a plantearnos la siguiente pregunta: ¿Cómo sabemos que la expresión de nuestra fe es sincera? El consejo de Jesús en el pasaje de hoy es directo: Practica tu devoción en secreto. Ora, ayuna, ama y sirve a los demás de forma que la atención esté puesta en Dios y no en ti. Es en la intimidad en donde el Señor nos revela todo lo que él quiere decir.

 Hagamos un pequeño ejercicio. Primero, quiero que pienses en cualquier actividad de tu iglesia, puede ser un tiempo especial de oración o jornadas de servicio comunitario. ¿Qué pasaría si en lugar de recibir reconocimiento y muestras de gratitud de las personas, nadie se diera cuenta de lo que haces? Sin elogios, ni reconocimiento, ¿disminuría tu motivación por seguir haciéndolo?

 Ora a Dios para que hable directamente a tus pensamientos y pídele que su presencia te acompañe en este espacio de reflexión. Recuerda: Dios no está interesado en lo que muestras a los demás sobre ti. A él le interesan tus verdaderas intenciones y tu autenticidad. Así que, en oración, muestra libremente tu corazón a Jesús y así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.

 "Cuidado con hacer sus obras de justicia solo para que la gente los vea. Si lo hacen así, su Padre que está en los cielos no les dará ninguna recompensa. Cuando tú des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que la gente los alabe. De cierto les digo que con eso ya se han ganado su recompensa. " (Mateo 6:1-2).

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La quinta sinfonía de la fe

El Dios que te restaura

El Espíritu Santo da testimonio