Los dos lados de la justicia

    Cuando leemos versículos como en el pasaje de hoy, nos enfrentamos a dos sentimientos opuestos. El primero de ellos tiene que ver con la familiaridad que experimentamos al leer las palabras del autor, pues su tono meláncolico y reflexivo nos muestra una realidad que nosotros mismos experimentamos día a día, y en la que, desafortunadamente, la corrupción prevalece la justicia.

 El segundo sentimiento que nos invade es la frustración. Aún tratándose de una situación común, no deja de asombrarnos que a los malos nos vaya tan bien, y cada vez que nos enfrentamos con la injusticia, la ira nos invade aumentando incluso nuestro ritmo cardíaco.

 Si todos los días escuchamos historias de injusticia, ¿por qué nos sorprenden tanto? Si se supone que somos adaptables a las circunstancias de la vida, ¿cuál es la explicación de que nuestra reacción ante lo injusto sea siempre la misma? Basta con entrar a un portal de noticias en internet para encontrar otro caso que despierte nuestra indignación. Es curioso, pero es cómo algo dentro de nosotros nos impidiera aceptar esta realidad. ¿Llegará el momento en que nos acostumbremos a ella?

 Desde muy temprana edad, los niños se quejan diciendo que no es justo cuando algo no les gusta. Ante la menor provocación, están listos por acusar a su hermano por algo que consideran desigual. Sin embargo, no enseñamos a los niños a darse cuenta de la injusticia, ellos la notan de manera innata. Intuitivamente desean justicia excepto cuando reciben más aunque tampoco esto sea justo. En esos casos, si lo han visto de cerca, los niños permanecen callados.

 Debemos entregar nuestras causas a Dios para pedir justicia de forma humilde y reverente confiando en que Él hará Su voluntad en nuestras vidas.

 "Además, me he dado cuenta de la maldad e inequidad que existe donde debiera impartirse justicia y prevalecer el derecho. Y en mi corazón he concluido que Dios habrá de juzgar a los justos y a los injustos, porque hay un tiempo y un lugar para todo proyecto y toda actividad." (Eclesiástes 3:16-17).

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