Pide al Señor y él hará

    Analicemos juntos el pasaje de hoy.

Durante esta semana hemos aprendido sobre la importancia de buscar momentos a solas con Dios y de lo vital que son nuestras verdaderas convicciones para él. En un mundo que nos invita constantemente a medir nuestro valor de acuerdo a las opiniones de los demás, es muy importante hacer las cosas de otra manera.

 Incluso como creyentes, caemos en la trampa de suponer que entre más visibilidad tengan nuestras buenas acciones, mayor será el impacto que tengamos en la vida de los demás. No me malentiendas, no digo que esto sea malo, sin embargo, no podemos pasar por alto que para Dios, todo aquello que se hace fuera de la vista que nos rodean, genera un cambio más grande. La diferencia se marca desde nuestra intimidad con él.

 A veces Dios trabaja de la forma más secreta, algo que nosotros no haríamos ya que a los seres humanos nos gusta que reconozcan nuestras acciones. En el pasaje de hoy, vemos que cuantas más multitudes venían hacia Jesús, más se retiraba para orar. Una cosa no podía suceder sin la otra y Jesús sabía que su influencia pública estaba basada completamente en su comunión íntima con su Padre.

 Tal vez, hoy sientes que no tienes mucho que ofrecer, o como en el caso de las hermanas Smith, tienes alguna restricción física que te impide servir a Dios como a ti te gustaría, pero recuerda que él puede usarte de la manera menos esperada.

  Mientras tengas la oportunidad de acercarte al Señor en oración, puedes ser un gigante en el reino de Dios y para él, un corazón sincero guiado por convicciones reales, es suficiente para mover montañas, y cambiar vidas, comunidades y naciones enteras. Convierte tus "lugares solitarios" en espacios sagrados para tu comunión con Dios y te aseguro que experimentarás una transformación poderosa.

 Recuerda: el mejor lugar para encontrarte con el Señor es en intimidad. Hoy te invito a enfocarte en tu vida tras cámaras y menos en lo que todos pueden ver. Una vida que confía en el poder de Dios para cambiar las cosas que no podemos, es una vida que da frutos incalculables para su reino.

 " Pero su fama seguía extendiéndose, y mucha gente se reunía para escucharlo y para que los sanara de sus enfermedades; pero Jesús se retiraba a lugares apartados para orar. " (Lucas 5:15-16).

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