Ni yo te condeno

  En una obra de los Miserables, había un personaje llamado Jean Valjean, que estuvo encerrado en prisión durante 20 años por robar una barra de pan, es puesto en libertad después de cumplir la condena, y encuentra refugio en la casa de un anciano obispo y su hermana, quienes lo reciben amablemente a pesar de su gran estatura. Durante la cena, lo invitan a sentarse junto con ellos en una mesa adornada con candelabros y una vajilla de plata que resplandece a la luz de las velas y después de los alimentos, la cama para el nuevo huésped ya está preparada. Todo es espectacular para Jean Valjean, quien no esperaba recibir tratos de esa forma.

 De la misma manera, así sucede con nosotros. En una ocasión, los fariseos y los maestros de la ley trajeron a una mujer adúltera a Jesús con tal de tenderle una trampa y ellos querían cumplir la ley de una forma rigurosa con tal de apedrearla. Pero Jesús les dijo que el que estuviera libre de pecado, tirara la primera piedra. Finalmente, todos se fueron dándose cuenta de que todos habían fallado dejaron a la mujer sola con Jesús y cuando parecía que Jesús la juzgaría, le ofrece su perdón y su gracia y le dice que no siga pecando. Esto es un retrato de cómo el Señor nos perdona a pesar de nuestros errores y quiere levantarnos para seguir adelante. Sólo hay que creer que Él nos perdona para estar seguros y así evitaremos la condenación. 

 " Entonces Jesús se enderezó y le dijo: Y, mujer, ¿dónde están todos? ¿Ya nadie te condena? Ella dijo: Nadie, Señor. Entonces Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno. Vete, y no peques más. " (Juan 8:10-11).

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