No estás aquí para esconderte

    Durante este tiempo vamos a estudiar dos metáforas que Jesús utiliza para describir el papel que sus seguidores desempeñan en su obra redentora: sal y luz.

   Hoy continuaremos analizando la importancia de nuestra misión como creyentes, pero esta vez con otro enfoque. En el pasaje de hoy, Jesús plantea dos preguntas provocativas: ¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es, por el contrario, para ponerla en una repisa?

 Lo que el Señor nos está diciendo es que debemos dar a conocer las buenas nuevas y esto implica compartirlas de manera abierta y visible para que iluminen a todos, y no susurrarlas desde los rincones donde nadie puede escucharlas.

   Sin embargo, esta verdad nos presenta un gran desafío. Si el evangelio nos ha sido dado para darlo a conocer, nosotros, como embajadores de su mensaje, tenemos un gran trabajo que hacer. No podemos permanecer pasivos ante sus palabras que tienen el poder de transformar a las personas. Debemos estar listos para ir y compartir las Buenas Nuevas del Evangelio para que otros conozcan a Cristo y sean transformados. Sólo podemos ser luz y sal y brillar para que otros vean a Jesús en nosotros.

 "También les dijo: ¿Acaso la luz se enciende para ponerla debajo de un cajón, o debajo de la cama? Al contrario, ¡se enciende para ponerla en el candelero!" (Marcos 4:21).

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La quinta sinfonía de la fe

El Dios que te restaura

El Espíritu Santo da testimonio