Una vida compasiva
Todos sabemos que la vida de un creyente no siempre es fácil. A pesar de que la paz de Dios reconforta nuestro corazón y nos levanta en medio de la tormenta, es verdad que una vida espiritual saludable requiere que nos mantengamos en la presencia de Dios constantemente. Seguir a Jesús no es obedecerlo simplemente porque sí, también implica permitir que nuestra relación con él transforme cada aspecto de nuestra vida diaria.
Quienes hemos tenido un encuentro real con Jesús entendemos que nunca estaremos solos, el Señor nos acompaña, nos fortalece y da sentido a nuestra existencia por medio de su gracia.
Es por eso que a lo largo de esta semana hemos explorado algunas virtudes esenciales que debemos practicar como creyentes y su importancia en cada aspecto de nuestra vida.
Durante los últimos días hemos aprendido cómo integrar la oración, la santidad, la Palabra de Dios y al Espíritu Santo en nuestro día a día, por tanto, hoy profundizamos en cómo podemos reflejar el amor de Dios a través de una vida compasiva y servicial.
" Cuando una mujer de la ciudad, que era pecadora, se enteró de que Jesús estaba a la mesa, en la casa del fariseo, llegó con un frasco de alabastro lleno de perfume. Llorando, se arrojó a los pies de Jesús y comenzó a bañarlos con lágrimas y a secarlos con sus cabellos; también se los besaba, y los ungía con el perfume." (Lucas 7:37-38).
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