El perfume de la sepultura

  Hoy es Martes Santo, el día en que Jesús confronta a la élite religiosa en el templo. A través de parábolas directas pero llenas de significado, Cristo desafía a quienes se consideran sabios, pero no reconocen la verdad de su reino ni la importancia de su sacrificio.

  Pero, por un momento, alejémonos de esas discusiones y enfoquémonos en una escena aún más íntima, un momento casi oculto en el ministerio de Jesús. Un gesto tan radical que fue malinterpretado por casi todos... menos por él.

 Imagina que tienes algo de muchísimo valor, quizá el equivalente a un año de trabajo: un automóvil, una joya, el pago inicial de una casa. Ahora piensa en alguien que, en un solo instante, entrega todo eso de forma desbordante, sin titubeos, sin cálculos, con un amor que parece irracional.

  Bueno, esto es exactamente lo que sucede cuando una mujer sucede cuando una mujer entra en la casa de Simón, llamado el Leproso, con un frasco de perfume muy costoso. Sin pensarlo dos veces, lo rompe y derrama hasta la última gota sobre la cabeza de Jesús. El aroma inunda el lugar y todos los presentes la miran atónitos.

  Pero Jesús vio un acto de amor de parte de esta mujer y eso es lo que verdaderamente cuenta. No importa el costo: hay que dar todo a Jesús sin importar lo que los demás digan.

 " Pero Jesús dijo: Déjenla tranquila. ¿Por qué la molestan? Ella ha efectuado en mí una buena obra. " (Marcos 14:6).

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