La oración de Jonás

   Todos nosotros hemos experimentado lo que podemos llamar "torrmentas de la vida." Ellas vienen de diversas formas: problemas relacionales, dificultad financiera, inestabilidad emocional, enfermedad física y batallas espirituales. A veces, como Jonás, las tormentas incluso pueden ser el resultado de nuestras propias decisiones erradas.

 Cuando Jonás intentó huir del llamado de Dios, el Señor envió una tormenta para corregir su camino. Dios nos ama tanto que él también nos redireccionará con amor cuando insistamos en seguir nuestro propio camino. Las tormentas de Dios cumplen varios objetivos en nuestra vida:

 Primero, llaman nuestra atención. La tormentas traen impedimentos para nuestra rutina normal al punto de detenernos para considerar lo que Dios está queriendo decir con ellas.

 Segundo, las tormentas nos humillan. El Señor desafía nuestro orgullo y autosuficiencia, para que percibamos que no tenemos el control de nuestra propia vida y que no podemos hacer nada separados de Dios.

  Tercero, las tormentas nos llevan al arrepentimiento. A veces las consecuencias de nuestro pecado y rebeldía son tan díficiles y dolorosas que recobramos nuestra conciencia y regresamos a Dios en humilde obediencia. Esos son los propósitos de las pruebas.

 " Señor, en mi angustia te invoqué, y tu me oíste. Desde el fondo del abismo clamé a ti, y escuchaste mi voz." (Jonás 2:2).

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