Un alma atravesada por la espada

  Hoy comenzamos un viaje pausado y reflexivo hacia la cruz de Cristo. Es un tiempo para asombrarnos ante la obra de redención de Jesús y sumergirnos en toda la belleza del evangelio. De hecho, es la mejor noticia que jamás haya existido.

 Pero, en lugar de empezar directamente en la Semana Santa, viajemos un poco más atrás, a los primeros años de la vida de Jesús. Los evangelios están llenos de pistas sobre su misión redentora, esperando ser descubiertas. Es como una búsqueda del tesoro: cada encuentro y cada palabra nos revelan más obre su identidad, nos llenan de esperanza y nos llevan a profundizar en su historia. A menudo , las mayores revelaciones vienen de las voces más inesperadas, mostrándonos que Dios puede hablar a través de cualquier persona y en cualquier momento para cumplir sus propósitos... incluso a través de ti.

 Hoy conoceremos a Simeón. Él no era un héroe ni un líder religioso, sino un hombre sencillo y devoto. Como tantos otros, esperaba la llegada del Mesías. Pero él tenía algo especial: el Espíritu Santo le había prometido que vería a Cristo antes de morir.

  Y ese día llegó. En el templo, María y José se encuentran con este anciano desconocido y, de pronto, sucede algo asombroso. Simeón toma al niño en sus brazos y proclama con gozo que Jesús es la salvación de Dios, no sólo para Israel, sino para todas las naciones. Sin embargo, sus palabras también traen un mensaje díficil: mirando a María, le dice: "Y a ti, una espada te atravesará el alma."

   Esta profecía nos revela algo profundo sobre Jesús: no sólo traerá consuelo, sino que será una señal de contradicción. Su presencia desafiará a los poderosos, revelará lo que hay en el corazón de cada persona y marcará destinos. Además, su salvación tendrá un precio, no solo para él, sino también para quienes lo aman.

" Simeón los bendijo, y a María, la madre del niño, le dijo: Tu hijo ha venido para que muchos en Israel caigan o se levanten. Será una señal que muchos rechazarán y que pondrá en manifiesto el pensamiento de muchos corazones, aunque a ti te traspasará el alma como una espada." (Lucas 2:34-35).

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