Un susurro de sufrimiento

   Vivimos en un mundo marcado por un ritmo implacable, expectativas inalcanzables y un flujo constante de noticias desalentadoras. En medio de este torbellino, la salud mental se ha convertido en una preocupación universal. El sufrimiento ya sea físico, emocional o espiritual, parece permear cada rincón de la vida. No cabe duda de que estamos viviendo tiempos díficiles.

 Ante esto, es natural preguntarse: ¿ Dónde está Dios en medio de esto? ¿Realmente Dios entiende lo que estamos viviendo? Tal vez tú mismo te has hecho estas preguntas: ¿Dios ve mi dolor? ¿Le importa lo que estoy pasando?

  El pasaje de hoy nos ofrece una respuesta profundamente reconfortante. La profecía de Isaías sobre el Siervo sufriente es una de las descripciones más vívidas y conmovedoras de la misión del Mesías. Es un retrato de Jesús que nos muestra que él no solo vino a salvarnos, sino también a experimentar en carne propia nuestro dolor.

 Siglos antes de la crucifixión, Isaías ya hablaba de un Siervo que no solo cargaría el pecado del mundo, sino que también viviría nuestro dolor y cargaría nuestras aflicciones. Este es otro susurro de la redención de Dios: el Mesías no vendría a conquistarnos con poder y fuerza, sino con un amor inquebrantable, dispuesto a padecer por nosotros.

 " Con todo, él llevará sobre sí nuestros males, y sufrirá nuestros dolores, mientras nosotros creeremos que Dios lo ha azotado, lo ha herido y humillado. Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados. " (Isaías 53:4-5).

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