Explorando el amor y el odio. Parte 2
Juan nos muestra la condición para que nuestras oraciones sean respondidas. Si decidimos cumplir con el llamado de amarnos mutuamente debemos apoyarnos en el poder de Jesús que habita en nosotros, permitiendo que su amor fluya hacia los demás. Este acto de amar se fundamente en nuestra fe en Cristo, confiando plenamente en su autoridad y en su poder para obrar.
El pasaje de hoy destaca dos aspectos importantes:
En primer lugar, la dirección: nos muestra hacia dónde deben apuntar nuestras oraciones de manera constante: el amor a los demás. Este debe ser el contexto de nuestras oraciones, es lo que da sentido a todo lo que pidamos y está a nuestro alcance. Nuestras peticiones deben estar alineadas con este propósito. Cuando decidimos amar genuinamente a los demás, nuestras peticiones estarán en armonía con la voluntad de Dios. Entonces, todo lo que necesitamos para cumplir ese propósito será concedido. Si seguimos esa dirección, nuestras acciones serán agradables a los ojos de Dios.
En segundo lugar, está la decisión: son las acciones conscientes que tomamos para alcanzar este propósito, confiando en que Jesucristo actuará e intervendrá para hacerlo posible. Dios no mueve nuestra voluntad para tomar una decisión; esta es una tarea que debemos hacerla nosotros mismos. Sin embargo, cuando elegimos obedecer su mandamiento de amar al prójimo, él nos brinda la fuerza y su poder para hacerlo realidad.
Cualquier persona que empiece a vivir y amar de esta manera, está demostrando que vive una vida llena del Espíritu Santo, la vida que Dios pretendía (versículo 24), porque el Espíritu Santo habita en nosotros para fluir a través de nuestra vida hacia los demás. Si tratamos de retenerlo únicamente para nosotros, nuestra experiencia puede volverse aburrida y sin vida. Pero si permitimos que fluya a través de nuestras acciones, sirviendo a los demás, nuestra vida dará mucho fruto y será como un perfume fragante ante Dios.
Hoy tienes la oportunidad de tomar la decisión correcta. Que tu decisión de amar a los demás sea firme, confiando en que, con su ayuda, podrás permanecer en Dios y vivir una vida llena de amor.
" Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios, y recibiremos de él todo lo que pidamos, porque obedecemos sus mandamientos, y hacemos las cosas que le son agradables. " (1 Juan 3:21-22).
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