La bondad de Dios

   Cuando las circunstancias de la vida nos afligen, los amigos aparecen para ofrecernos apoyo en medio del dolor, pero cuando las visitas y las palabras de consuelo se terminan, nos enfrentamos a la pregunta que a menudo evitamos: ¿Dónde hallamos el verdadero consuelo? No importa cuán bien intencionadas o necesarias sean las palabras de otros, hay un vacío que solo puede ser llenado por algo más profundo y eterno.

 En medio del dolor, del luto y la pérdida, es normal sentir que Dios está en silencio. Pero es en este silencio donde él está obrando profundamente en nuestra vida. El Señor conoce nuestro sufrimiento y no se sorprende cuando no encontramos las palabras adecuadas para consolar a otros o a nosotros mismos.

 Nuestra humanidad se nutre del acto de recordar la bondad de Dios, incluso en tiempos de pérdida y desesperación. Esa bondad divina es la luz que necesitamos cuando nuestra vida se ve envuelta en la oscuridad. No estamos solos en este viaje; Dios está con nosotros, iluminando nuestro camino hacia la esperanza.

  Todos experimentamos momentos oscuros, todo esto es parte de la historia humana y de la narrativa bíblica. Ya sea que te enfrentes al duelo de una pérdida o a la desilusión de un sueño no cumplido, recuerda que incluso los héroes de la fe como David enfrentaron momentos llenos de incertidumbre.

 David nos asegura que no hay oscuridad en Cristo (versículo 12). Incluso en nuestros momentos más oscuros, su luz brillará. Nosotros, como David, hemos sido maravillosamente creados y somos conocidos y amados por Dios. Por lo tanto, tenemos el poder de amar y ser amados, incluso cuando la oscuridad nos rodea.

  Finalmente, somos conscientes de que Dios nos ama tal y como somos, con nuestras imperfecciones y desafíos. En ese amor, descubrimos la capacidad de amar a otros en su sufrimiento y en su búsqueda de luz. Confiemos en que Dios transformará nuestra oscuridad en una gloriosa luz que no solo ilumina nuestro camino sino que también sirve de faro para los demás.

  " Tú, Señor, diste forma a mis entrañas;¡tú me formaste en el vientre de mi madre! Te alabo porque tus obras son formidables, porque todo lo que haces es maravilloso. ¡De esto estoy plenamente convencido!" (Salmo 139:13-14).

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