Provisión durante las dificultades
En medio de los turbulentos mercados financieros, las relaciones inciertas, la inestabilidad política y las luchas personales, necesitamos más que nunca alguien constante e inquebrantable, en medio de un mundo siempre cambiante y agitado. Alguien en quien podemos confiar es Dios. ¿Por qué? Porque su carácter es inmutable. Él no cambia como las sombras fluctuantes; es inamovible, inalterable y fiel.
Pablo escribe a una Iglesia que experimenta división y agitación. Él les dice que Dios es Padre misericordioso y Dios de tanta consolación. Por lo tanto, cuando nuestro suministro de alegría, paz y certeza está en un nivel bajo, él está listo para acercarse, dondequiera que nos encontremos y en cualquier circunstancia que afrontemos, porque él es nuestra fuente inagotable de amor.
Cuando asimilamos la verdad de que el consuelo de Dios está actuando en nosotros, restauramos nuestra paz y recuperamos lo que el enemigo intenta robarnos a través de nuestra situaciones cotidianas.
A lo largo de la narración bíblica, la frase Dios de toda consolación se utiliza de forma intercambiable con la palabra Dios, como un Dios de compasión amorosa. El Dios que consuela es también un Dios que se preocupa por nuestras necesidades. Él se muestra empático, toma la iniciativa y se interesa genuinamente por nuestro problemas. Él nunca ignorará nuestra situación ni minimizará nuestra angustia. Por el contrario, él aliviará nuestro dolor, ofreciéndonos su consuelo a través de la compasión.
Cada vez que tú y yo enfrentemos problemas, pruebas y tribulaciones, el Espíritu de Dios que habita en nosotros está a nuestro disposición esperando nuestro clamor. Cuando sufrimos, Dios se acerca y nos consuela. Cuando necesitamos sanidad, Dios, el médico de médicos, nos toca con gracia y alivia nuestro corazón. Si nos hace falta dirección, orientación y entendimiento, el toque amoroso de Dios nos sobrecoge y experimentamos consuelo y seguridad.
" Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también podamos consolar a los que están sufriendo, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios." (2 Corintios 1:3-4).
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