Dar a Dios

   En el edificio del Royal Exchange, ubicado en el corazón del distrito financiero de Londres, está inscrito el siguiente salmo: " Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan..." Dios es nuestra provisión, pero también es nuestra fuente y a él le interesa que lo reconozcamos de las dos formas. 

 Puede que no lo identifiquemos de inmediato, o que no nos atraiga institivamente, pero la enseñanza de Jesús acerca del dinero puede ser tan liberadora, tan recorfortante y transformadora como cualquier otra de sus enseñanzas sobre diferentes áreas de nuestra vida.

En el pasaje de hoy, el pueblo de Dios tenía una oportunidad estratégica clave que debía aprovechar, pues se había iniciado una nueva temporada para los israelitas. Habían reconstruido las murallas de Jerusalén, uno junto al otro. Y una vez que las reedificaron, se dieron cuenta de que no tenía sentido reconstruir los muros destruidos, si no iban a restaurar también la ciudad y la comunidad de adoración en el corazón de Jerusalén.

  Para ello, tendrían que restaurar el corazón de la gente, especialmente en lo que concierne a la generosidad. Sabían que tenían que volverse a Dios y dedicarse de nuevo a él, de lo contrario, toda la comunidad fracasaría.  Es necesario volvernos a Dios para así poder vivir una vida que le agrade a Él. De lo contrario, sería díficil hacerlo.

   "Les enviaste tu buen espíritu para instruirlos, y no les quitaste el maná con que se alimentaban ni les faltó agua para apagar su sed. " (Nehemías 9:20).

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