Dios conoce tu valor, incluso cuando tú lo dudas
¿Sabes cuánto le importas a Dios? No en teoría. No como una frase bonita para calmarte, sino en los momentos más reales y concretos: como cuando te invade la ansiedad y no puedes explicarla; cuando la tristeza pesa tanto que no sabes por qué seguir; o cuando el mundo te hace sentir pequeño, invisible, innecesario y hasta desechable.
Vivimos tiempos en muchos sonríen por fuera, pero se quiebran por dentro. La depresión y la ansiedad se han vuelto compañeras silenciosas de millones de personas. Las redes repiten que debemos ser fuertes, productivos, felices. Pero el alma grita: ¿Y si no puedo?¿Y si no soy suficiente? ¿Y si no valgo tanto como dicen?
Es ahí, justo ahí, donde la palabra de Dios irrumpe con fuerza. En Génesis 1:26 dice: "Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza..."
Como puedes ver, tu vida no es error. No estás aquí por azar. No eres una suma de átomos sin propósito. Fuiste creado, deseado y amado por Dios desde el principio de los tiempos. Llevas en ti la huella divina. Cada parte de ti, aún las que hoy te duelen, fueron formadas con intención por el Creador del universo.
Sin embargo, el enemigo quiere que lo olvides. Quiere que creas que no vales, que tu vida no importa, y que nadie se daría cuenta si desapareces. Pero la Biblia declara lo contrario: Fuiste hecho a imagen de Dios y eso no puede ser borrado.
El teólogo John Kilner lo expresa así: ser imagen de Dios significa que tienes dignidad porque tu valor está ligado a tu Creador, y destino porque fuiste llamado a reflejar su gloria.
Hoy, aunque no lo sientas, ésta sigue siendo la verdad: Tu vida importa. Tú importas.
A los ojos de Dios, vales más de lo que jamás has imaginado.
" Entonces dijo Dios: ¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza! ¡Que domine en toda la tierra sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos y las bestias, y sobre todo animal que repta sobre la tierra!"(Génesis 1:26).
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