Dios está en los detalles
Muchos creyentes viven como si Dios solo habitara en los grandes escenarios: en los milagros evidentes, en los logros públicos, en las oraciones contestadas con estruendo. Pero el evangelio no nos presenta a un Dios distante que observa desde lejos; nos revela a un Padre que reina en la eternidad y, al mismo tiempo, se detiene ante un lirio que florece en silencio.
El Señor de la gloria cuida lo minúsculo. El Dios que sostiene el universo también alimenta a los pájaros y viste a las flores. Y si él es fiel en lo pequeño, ¿cómo podríamos dudar de su atención en cada uno de nuestros momentos cotidianos?
Jesús, en el pasaje de hoy, no solo nos consuela; nos corrige. Nos confronta con una verdad que desmantela la ansiedad: Si Dios no es indiferente a lo que se marchita en un día, jamás será indiferente contigo.
Cada tarea que parece repetitiva, cada correo respondido sin reconocimiento, cada comida preparada, cada paso dado hacia la oficina, cada pañal cambiado, cada documento firmado... todo eso, cuando es vivido en Cristo, puede convertirse en liturgia. El reino de Dios no ignora lo ordinario: lo redime.
C. S. Lewis decía que no existen "simples mortales"; y podemos afirmar: Tampoco existen días comunes, cuando se vive bajo el gobierno del Rey eterno.
Esto no es sentimentalismo espiritual. Es doctrina encarnada. Es la verdad del Cristo que lavó los pies de sus discípulos. Del Mesías que comió con pecadores. Del Hijo de Dios que trabajó con madera antes de predicar en sinagogas. Vivir esta verdad significa creer que no existe acción pequeña es ofrecida a Dios. Cada gesto de servicio oculto, cada acto de fidelidad silenciosa, puede hacer temblar al infierno y glorificar al Padre.
Haz una pausa y reflexiona: ¿Qué parte de tu día has considerado " demasiado pequeño" para Dios? ¿Cómo puedes empezar a vivir incluso los detalles más simples como verdaderos actos de adoración?
" Por tanto les digo: No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué beberán; ni con que cubrirán su cuerpo. ¿ Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?" (Mateo 6:25).
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