Moisés, el que venció sus temores
Miedos. Ansiedad. Dudas. Todos los tenemos. Ciertas situaciones y circunstancias pueden diluir nuestra confianza, pero las inseguridades acerca de nosotros mismos afectan nuestra convicción y motivación para responder a las oportunidades que se presentan. De hecho, si no las enfrentamos, nuestra propia falta de confianza y nuestra vacilación pueden inhibirnos de dar un paso hacia el llamado de Dios y frenarnos a la hora de comenzar lo que él nos ha encargado hacer.
Estos sentimientos son los que Moisés experimentó en el versículo 10 del pasaje de hoy: "- Señor, yo nunca me he distinguido por mi facilidad de palabra... Y esto no es algo que haya comenzado ayer ni anteayer, ni hoy que te diriges a este servidor tuyo. Francamente, me cuesta mucho trabajo hablar."
Dios sabía lo que iba a hacer en cuanto a las inseguridades de Moisés. Él le iba a dar las palabras que debía decir. Había diseñado un plan para Moisés: estaría a su lado y le mostraría el camino de redención para sacar a su pueblo de Egipto.
Con esto en mente, ¿por qué Moisés estaba tan indeciso? Por la misma razón que tú y yo nos resistimos al llamado de Dios de vez en cuando. Como Moisés, dudamos de que Dios nos haya creado y equipado adecuadamente para la tarea que nos pide que llevemos a cabo. El Señor responde a nuestras vacilaciones e inseguridades con palabras fuertes:
"¿Y quién le dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, o al que ve y al que no ve? ¿Acaso no soy yo el Señor? Así que anda ya, que yo estaré con tu boca y te enseñaré lo que tengas que decir. " (Éxodo 4:11-12).
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