Soltero, casado... Llamado

  A inicios de esta semana recordamos una verdad que lo cambia todo: fuimos creados a imagen de Dios. No somos piezas accidentales celestiales ni piezas sobrantes de su creación. Somos portadores de su gloria, llenos de su amor, y esto nos asegura que cada rincón de nuestra existencia, incluidas nuestras relaciones, le importan profundamente a Dios.

  Esta verdad redefine no sólo quiénes somos, sino la manera en cómo amamos. Ya sea que estés en la plenitud del matrimonio, en la quietud de la soltería o caminando en medio de la incertidumbre, tu vida es un reflejo vivo del Dios invisible. No existe etapa sin propósito. No hay temporada que no pueda convertirse en un acto de gratitud para el Señor.

 Por eso, tu estado civil no es irrelevante para Dios. Él no lo ignora ni lo toma como un detalle menor. Muy por el contrario: es terreno sagrado donde él desea formar tu carácter, revelar su gloria, y obrar en ti y por medio de ti.

  El llamado no es a compararse, apresurarse o despreciar la propia historia. El llamado es a honrar al Señor aquí y ahora. La fidelidad no se reserva para cuando "todo esté en su lugar", sino que florece en medio del terreno que nos fue asignado.

  Hay que honrar al Señor como somos aquí y ahora.

  " De todas maneras, cada uno debe comportarse de acuerdo a la condición que el Señor le asignó y a la cual lo llamó. Esto es lo que mandó en todas las iglesias. " (1 Corintios 7:17). 

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