Vencer la preocupación
Cuando se trata de preocuparse, muchos de nosotros podríamos ganar una medalla olímpica de oro. Somos campeones en correr la pista del "que pasaría si..." alrededor de nuestra cabeza, temiendo lo que podría ser, y lo que podría pasarnos a nosotros y a los que amamos. Solo cuando vemos nuestros miedos a la luz del Padre celestial Todopoderoso, se ven pequeños e innecesarios.
Jesús conocía nuestra tendencia a la preocupación cuando preguntó: "¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?" (versículo 27). Alimentamos la preocupación cada vez que permitimos que eche raíces en nuestros pensamientos. Perdemos tiempo y energía al permitir que nuestra mente se agite por situaciones que nuestro Padre celestial ya tiene bajo control.
El pasaje de hoy nos recuerda que tenemos un Padre amoroso que se preocupa incluso por las aves: " Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?" (versículo 26). Cuando recordamos que Dios alimenta incluso a los gorriones, podemos estar seguros y tranquilos. Sabemos que nuestro Padre celestial nos ve, nos ama y se preocupa por todas nuestras necesidades.
Es posible que tengas incertidumbres en tu propia vida. Los problemas en el trabajo pueden agotarte. La preocupación por tus hijos puede quitarte el sueño. En este día, en medio de esas preocupaciones, ejercitemos nuestros músculos de la fe. En lugar de perder tiempo y energía en la preocupación, utilicémosla para edificar nuestra fe.
" Por lo tanto les digo: No se preocupen por la vida, ni por qué comerán o que beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?" (Mateo 6:25).
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