El poder de la palabra de Dios
De vez en cuando podríamos sentirnos abrumados y un poco intimidados cuando nos sentamos a leer la palabra de Dios. Si estamos cansados, agotados y abatidos por las circunstancias de la vida, leer la Escritura puede parecernos más un trabajo pesado que un verdadero placer.
Es en esos lugares oscuros y desesperados, cuando más necesitamos que brille la luz de Dios, y en los que nos damos cuenta de que nuestro apetito por la palabra de Dios disminuye. Esto se debe a que deseamos que Dios nos dé una respuesta instantánea, o nos transmita sabiduría que nos permita avanzar inmediatamente.
Sin embargo, cuando pasamos tiempo estudiando la palabra de Dios, nos damos cuenta de que no hay atajos para los cambios "instantáneos" que deseamos. La palabra de Dios se revela en nuestro corazón antes de manifestarse en nuestras situaciones. Es una revelación progresiva que planta semillas para el futuro, no solo instrucciones inmediatas para hoy.
Vemos esta poderosa realidad en los versículos 10 y 11 del pasaje de hoy. La imagen de la lluvia que riega la tierra debió haber sido una ilustración conmovedora para el pueblo de Dios. A causa del lugar donde vivían, la lluvia era un lujo y de ninguna manera estaba garantizada.
"El Señor ha dicho: Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni son sus caminos mis caminos. Así como los cielos son más altos que la tierra, también mis caminos y mis pensamientos son más altos que los caminos y los pensamientos de ustedes. " (Isaías 55:8-9).
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