El poder de la lengua
Las palabras que dices tienen un poder extraordinario. Tu voz es única, es un don de Dios, es tu ADN sonoro. Nunca ha habido una persona que hable como tú, y tus palabras tienen un enorme potencial. El uso que hacemos de nuestras palabras dice mucho de nosotros, ya que, es una de las principales formas de influir en los que nos rodean.
Nuestras palabras tienen la capacidad de animar o desanimar, construir o destruir, matar o dar vida. Las palabras necias e imprudentes atraviesan como espadas. Es importante que recuerdes que tus palabras son poderosas y tu discurso es valioso. Lo mejor y lo peor de nosotros se revela a través de nuestras palabras.
En el pasaje de hoy, Santiago da tres ejemplos del poder de las palabras y de la influencia de la lengua. Habla de poner freno en la boca de los caballos. Si bien es pequeño, puede dirigir a un animal enorme. Habla de un barco que, aunque es grande y está impulsado por fuertes vientos, se gobierna con un timón muy pequeño. Y luego nos pide que pensemos en cómo una diminuta chispa puede incendiar un gran bosque.
De este modo vemos que, aunque la lengua es muy pequeña (el 0.1% del peso corporal), tiene una enorme influencia no solo en nuestra vida sino también en la de aquellos que nos rodean.
" Con la lengua bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los seres humanos, que han sido creados a imagen de Dios. De la misma boca salen bendiciones y maldiciones. Hermanos míos, ¡esto no puede seguir así!" (Santiago 3:9-10).
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