Recordar el pasado para consolidar la fe futura

    Hay momentos cruciales en nuestro camino con Cristo en los que experimentamos encrucijadas. Son momentos de transición y desorientación. Cuando esto sucede, se nos anima a mirar el pasado y recordar la fidelidad de Cristo. Al hacerlo, alimentamos nuestra fe y renovamos nuestra fuerza para afrontar el futuro.

  Precisamente en el presente podemos sentirnos tan intimidados por algún obstáculo, abrumados por nuestras deficiencias y abatidos por aquello que nos falta, que olvidamos lo que Dios quiere que recordemos, y recordamos las mentiras del diablo que Dios quiere que desechemos. Hacer un inventario consciente de los triunfos alcanzados, de la provisión recibida y de la vida victoriosa en el pasado, puede ser fructífero, incluso en los momentos más difíciles.

   En el pasaje de hoy y a lo largo de todo el Antiguo Testamento, el pueblo de Dios erigiría piedras conmemorativas para recordar, en una fecha futura, la victoria decisiva y la mano milagrosa de Dios que intervino en un momento de su vida. Cuando su fe estuviera vulnerable y las victorias pasadas parecieran lejanas, podrían mirar esas piedras y su fe se avivaría. Estos monumentos específicos se construyeron como altares para recordarle al pueblo y a las generaciones futuras que Dios fue fiel en el pasado y que volverá a serlo.

" Josué llamó entonces a los doce hombres que había escogido de entre los hijos de Israel, uno por cada tribu, y les dijo: Pasen ahora delante del arca del Señor nuestro Dios, hasta la mitad del Jordán, y tome cada uno de ustedes una piedra y echésela al hombro, una por cada tribu de los hijos de Israel." (Josué 4:4-5).

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