Un tiempo para todo
Dependiendo de tu personalidad, tus antecedentes, tu historia y tus experiencias, es probable que te agraden más ciertas estaciones del año y menos, otras. A algunas personas les gusta el otoño porque las hojas cambian de color, cubren el suelo, el aire es más fresco y se sienten más cómodos en casa con su suéter favorito. Pero a otras les encanta el verano, porque pueden jugar al aire libre, disfrutar el sol y creen que, si hiciera calor todo el tiempo, se sentirían como en el cielo.
En nuestro camino con Jesús, nosotros también experimentamos diferentes estaciones que puedan ser agradables y otras no. En el pasaje de hoy, Salomón nos anima y nos recuerda que hay un tiempo para todo: momentos de estar en la cima y otros de andar por valles de vulnerabilidad.
Dios es plenamente consciente de que, en esta vida, experimentamos bendiciones y cargas, poder y dolor, fuerza; momentos de gran abundancia y otros en los que sentiremos que Dios está adelante.
Sin embargo, el estímulo para todos nosotros, en la transición entre las estaciones, es que ninguna de las estaciones que experimentamos se desperdicia; Dios está trabajando en ellas y entrelazándolas para nuestro bien y para cumplir su propósito en su debido tiempo.
En cualquier estación en la que te encuentres hoy, ya sea una etapa de alegría o un período de dolor, recuerda que Jesús está contigo. El nunca te dejará, ni te abandonará. Él te ama con un amor eterno que no conoce fin y está profundamente comprometido con tu crecimiento en cada temporada de tu vida.
" Todo tiene su tiempo. Hay un momento bajo el cielo para toda actividad" (Eclesiastés 3:1).
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